martes, 9 de abril de 2019

Un día del Padre...

Junio 2015

La Danza de los Viejitos y el Jarabe Tapatío son dos insufribles e imborrables recuerdos de carácter mártir, y es que para bailar soy malo, le echo muchas ganas pero soy muy malo y si es bastante horrible — un poco más tal vez que cuando fui chambelán de mi hermanita, que aunque igual de difícil y desesperante ya era más consciente— esos bailes entre muchos otros eran parte de un ritual que también incluía melones partidos por la mitad rellenos de nieve de limón, fresas con crema y algún regalo sorpresa para festejar a la Madre. 
Yo intente o más bien me obligaron a participar en esos bailables, de los que mencioné el primero es denigrante el segundo más o menos podría pasar, en fin, es algo que no se pude cambiar, todo este preámbulo sólo es para decir que hoy me toco asistir a mi primer festival como festejado, hoy en la escuela de Vale festejaron al los padres, mi pequeña no bailo nada elaborado ella recitó un hermoso poema, canto un par de canciones todo en colectiva, con toda la actitud y con toda la energía del mundo no es que el festivalito estuviera mal pero se ve que la Mamá es la Mamá, me refiero a la parafernalia y fiesta el día del padre está en pañales pero ahí va, lo disfruté me lo llevo para mis recuerdos y demonios, no estuve pegado a una tablet o a la cámara del celular, puse atención a mi hija, a sus compañeritos, puse atención a los detalles, imagine cómo se sintió mi madre cuando me vio bailar y me consolé pensando que seguramente lo disfruto y amó ese momento, —antes no se andaba uno fijando si la foto salía o no, antes no ponías más atención en si la cámara graba bien o no cómo ahora, en vez de atender lo realmente importante— fue un festival rápido, concreto sin tanto romanticismo innecesario, al fin para papás, para machos, y se agradece bastante.

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