jueves, 9 de noviembre de 2023

¿Qué tanto es tantito?

Este mes cumplí un año más de haber llegado a «La Ciudad de los Niños». Así comenzó mi aventura en ese maravilloso lugar que después cambió de nombre a KidZania y se hizo más y más grande. Pero esa es harinita es de otro costal. Lo que hoy me nace contar es lo satisfactorio que ha sido trabajar para una de las empresas más chingonas a las que he prestado mis servicios profesionales de lavado, planchado, rotulación, diseño, publicidad impresa y digital, y que además es orgullosamente mexa al cien...

KidZania es una mini ciudad interactiva para niños, donde siendo morrito puedes ser lo que se te antoje. De hecho, en un principio se llamaba «La Ciudad de los Niños». Aún me tocó hacer muchos proyectos para ese antiguo nombre del negocio. Antes de comenzar a trabajar ahí, nunca había ido a ese lugar. Y cuando lo conocí, sentí algo de lástima por mí, porque en mi niñez hubiera deseado ir a un parque así, donde literalmente puedes ser y hacer lo que se te inflame, con libertad y mucha seguridad. Tan es así de emocionante que en un día de operación es perfectamente normal que los extraviados sean los papás y no los niños.

Hay una máxima en esta chamba, un lema: «KidZania es para siempre». Y lo es, porque así se siente. Se pensó para los visitantes, pero es tan genuino y singular que difícilmente te vas a encontrar otro lugar igual para chambear. Entonces, ese lema se extiende para todos los que conforman KidZania. Lo digo desde mi perspectiva de vida y desde mi realidad y mi experiencia. Podrá no ser igual para todos, pero aquí he trabajado con muchas áreas y disciplinas, lo que hace mucho más grande y rica la experiencia laboral. Es una oportunidad invaluable contar con un chingo de puntos de vista para casi todos los proyectos de diseño y campañas de publicidad y comunicación en las que he podido participar. Sin embargo, lo que más he valorado siempre ha sido a las personas, a los compañeros, lo que deja su calidad humana más allá de puestos o de títulos, para «bien» y para «mal», con todo lo ambiguo que pueden ser esos significados. Ha habido banda que se ha convertido en amigos del alma, que dejaron enseñanzas bien chulas e invaluables, banda que sin pensarlo tira paro para solucionar cualquier inconveniente... Y otro tipo de banda que... Bueno, tal vez simplemente no hubo puntos para coincidir y tan tan, y otros poquitos entrañables que chale, algunos duelen en el cora, porque hoy son más un «Sí, un día te vi, ni me acuerdo», siendo que en algún tiempo compartimos más tiempo juntos en la oficina que en la propia casa...

Los días, los meses, los años pasan muy rápido cuando se disfruta, cuando te tratan chido y te valoran. Aún recuerdo que la primera vez que pude pedir vacaciones en mi vida fue en esta empresa. Antes, en mis otros trabajos, fui de contrato temporal en contrato temporal, a veces subcontratado y otras a la buena de Dios, ni pensar en unos días de vacación u otras prestaciones. Pero en esta empresa todo se sintió distinto además ninguna compañía festeja como KidZania, aniversarios, aperturas, cambios de nombre, llegadas, despedidas, cumpleaños, cenas y brindis de fin de año, vaya, todo lo festejable siempre queda increíble, a veces pasa que de vez en vez a alguien se le pasan las cucharadas y hace desfiguros o impertinencias, nada grave pero no voy a entrar en honduras que se me pueden salir de control y además ya no bebo.

Cuando llegué a trabajar ahí, no tenía planes de tener hijos, y de repente ya tenía una pequeña y las responsabilidades de adulto fueron más y más grandes y, por supuesto, más caras. Recuerdo perfectamente que el día que nació Valentina le avisé a mi jefe y me dijo el mejor cumplido que se le puede dar a un colega diseñador, «Esa pluma sí que tenía tinta Saulillo», bueno, no lo dijo así tal cual, dijo: «Es el mejor diseño que has realizado», pero a eso sonó, y sentí chingón y nunca lo olvidé, y el día que su primera hija nació le hablé para decirle exactamente el mismo mensaje.

Los días se han ido entre campañas de publicidad y diseño de esto y lo otro, y que una promoción para el día del niño, y que el día de la tierra, y que el aniversario de la empresa, que la apertura de nuevos parques y que si el Halloween y que la Navidad. Pero hubo un evento que lo cambió todo justo el instante en que mi hija Valentina fue por primera vez a KidZania como una pequeña turista. Todo, absolutamente todo, cobró sentido de golpe. La experiencia se volvió más auténtica y es que mi bebé reconoció el logotipo y el nombre del parque antes de siquiera haber dicho papá o mamá. Muchas veces participó como pequeña modelo para fotos y comerciales de KidZania, y al ser una ciudad a escala, tenía su licencia de conducir, su credencial de elector, su tarjeta de banco, pasaporte y kidZos —Que para los que no conocen, son la moneda oficial de esa gran nación—. En cada caso, había estado involucrado para su diseño de todos esos elementos y fue emocionante, muy emocionante, ver esos proyectos cobrar vida en las manitas adecuadas de una pequeña como mi Valentinita hermosa chula preciosa...

Podría detallar mucho más mis responsabilidades y deberes; sin embargo, no es la intención aburrir. En esencia, ha sido un abrir y cerrar de ojos este ratito de vida que he pasado chambeando aquí. He crecido un chingo en muchos aspectos, aprendí cómo redactar un email correctamente, a desenvolverme sin miedos con directivos y no hacerme ni sentirme pequeño en una reunión. Algunas veces amanecí en mi lugar de trabajo por proyectos complejos y urgentes. Aprendí a meter las manitas más allá de mi responsabilidad en muchos proyectos. También perdí el piso alguna vez y aprendí a recuperar el camino. Me dolió ver partir muchos compañeros y agradecí cuando llegaron nuevos. He tenido muchos jefes y solo una mera patrona que se le extraña siempre.

Aquí he aprendido grandes frases y enseñanzas que se han vuelto parte de una constitución semi-godín no escrita como esa de... "¿Cómo hacer de mi problema, el problema de alguien más?" Hay que aprender a detectarlo porque si no estás a las vivas, te la pueden aplicar. O esa invaluable analogía que me encanta, «Tengo harto que lavar y planchar y se me cayó el tendedero», y queda perfecto cuando estás tapado de chamba y viene más chamba, y surgen bomberazos e incluso ya hay cambios de lo que aún no entregas. O esa capacidad de hasta medio viajar en el tiempo cuando surgen pendientes que resulta eran para ayer, o como cuando el mero patrón pregunta «¿Cuándo va a estar listo, mi hermano?» Algo que sabes que es enteramente tu responsabilidad y de la presión y nervios, uno todo menso solo responde «No sé», y justo en ese instante el patrón lanza otra pregunta muy retórica, hermosa y que cae como agüita helada cuado se acaba el gas: «¿A quién le pregunto entonces?» Creo que es mi favorita, la utilizo bastante en mi día a día... Y justo esa es una de las mayores satisfacciones de trabajar en KidZania, porque estoy seguro de que en pocas empresas se puede interactuar de manera tan directa con el creador y director de la compañía en muchos sentidos, aparte del profesional y es que su visión en cada proyecto es enriquecedora, y aunque la tinta roja pueda parecer cruel, la realidad es que estoy seguro de que no confía tanto en la memoria de sus colaboradores a la hora de solicitar cambios en los proyectos por eso lo deja más que clarito. Tengo muy presente que cuando por fin pude salir de viaje fuera de México, fue gracias a la empresa, pero principalmente a la extraordinaria capacidad de persuasión del jefe. Se agradece, y es que para haber sido mi primera vez fuera de México, fue de manera épica: fue por la grande, fue a Miami para abordar un crucero pero no un barco cualquiera ahí todo pedorro, ¡No! En ese momento me tocó navegar por el Caribe en el barco más grande del mundo, y no fue a un solo país fueron varios, todo para celebrar el aniversario de KidZania en un viaje de integración. ¿Qué empresa hace eso? Si algún día pueden irse de crucero, de verdad no lo duden ni tantito.

Entonces... ¿Qué tanto es tantito?

Es una de las preguntas con más respuestas posibles y al mismo tiempo me parece un pretexto muy poco fundamentado para darse un permiso casi en cualquier contexto... Que si ya sonó la alarma... ¿Qué tanto es tantito, otros cinco minutitos más? Que si ya me siento mareadón, ¿Qué tanto es tantito una copichuela más? Que si ya me tengo que ir ¿Qué tanto es tantito una horita más? Que ya no me beses el cuello mujer que sino perdemos el bono de puntualidad. ¿Qué tanto es tantito un round más? Y así me podría seguir con más y más ejemplos. El punto es que ¿Qué tanto es tantito 16 años en esta gran nación?