viernes, 26 de enero de 2018

Las Montañas

Desde que tengo uso de razón siempre he imaginado lo que se sentiría caminar por las montañas, llegar hasta la cima de ellas, y disfrutar de la vista, seguro estaba que sería increíble.

Cerca de casa mis padres allá en Huilango, se levanta un cerro enorme, se aprecia desde que estás a punto de llegar al pueblo por el camino de la Loma de los Gallos, te lo encuentras en una curva después de pasar el panteón se ve esplendoroso es tan común verlo y tan ordinario que de repente ya ni te das el tiempo de apreciarle, pero es hermoso, es una formación montañosa que es parte de la sierra de Tepotzotlán. Siempre imaginaba lo que sería treparla, se ve tan cerca que te invita a subir, la realidad es que no lo está tanto, entre más te acercas más se aleja se más se hace majestuoso así que tal vez algún día se me haga darle camino y recorrer sus laderas. Otra formación que me impactó desde siempre es la que se haya próxima a la casa de mis abuelos, en Huixquilucán, ésta parece una pared imponente de piedra y árboles, es en su mayoría verde y tan vertical que se antoja físicamente imposible subir, lo que la hace tan peculiar es una especie de desgajamiento al centro, una rajada decía mi mamá, aunque si lo aprecias con calma ese accidente de la naturaleza se asemeja a un mapa de México pero al revés, se ve desde muy lejos, recuerdo que cuando niño íbamos de visita me ponía de muy buen humor cuando desde el camino se comenzaba a ver, pues sabía que estábamos a punto de llegar. Hay otra montaña que siempre me dejaba pensando y es el único cerro que se cómo se llama, está a nada de la casa de mi abuela María allá por Iztapalapa, es el cerro de la tortuga, literal parece como si una tortuga gigante se hubiera echado a dormir ahí, en cierta forma lo he comenzado a subir digamos que mis parientes viven a las faldas de esa tortuga enorme, sé que de vez en vez la gente de la colonia sube en una especie de peregrinación a dejar flores a una cruz que se encuentra en la punta, algún día me animaré a incluirme en ese peregrinar.

Pues bien, teniendo éstas opciones de algún modo al alcance de la mano, solo me conformaba con ver e imaginar lo que sería andar trepando montañas, ver otras más a lo lejos con ese color azul acero tan hipnótizante y desear andar ahí en un atardecer,  tal vez de alguna manera ponía limites a mis deseos y me auto compadecía y terminaba consolándome con un "es imposible para mi, ni soñarlo" pues no fue tan así, éste año que recién terminó me destapé y logré dos ascensos importantes épicos dada mi condición física, mis patitas no dan para tanto, me canso demasiado rápido, siento punzadas en la planta del pie después de estar algún rato parado o caminado. La oportunidad llegó muy como si nada, en mi actual trabajo hay un reto deportivo cada año, se ha logrado ir al triatlón de Cozumel, incluso al maratón de Nueva York, en ningún caso me atreví, hasta que un buen día hubo una convocatoria para inscribirse a un reto de montañismo y lograr el ascenso a tres cumbres importantes de México, dudé mucho pero al final mis viejos deseos me motivaron y pues me enlisté... 

Casi sin darme cuenta estaba en las faldas del Nevado de Toluca andando como si nada, subiendo y subiendo, trepando piedras, sorteando laderas, sudando como nunca, con la nariz congelada, y una cortina de neblina acompañándome que impedía la vista más allá de mis manos, de alguna manera esto último hizo más fácil la trepada pues no dejaba ver en realidad que tan alto estaba y de repente después de algunos descansos, un par de tropiezos, cuatro sándwiches de una cosa horrible y asquerosa llamada crema de cacahuate y dos litros de agua, por fin el guía dijo, hemos llegado, 4600 metros de altura, una formación de lajas de piedra era el lugar, habíamos emprendido por la ruta del Oso, y lo había logrado estaba en la cima de una montaña, había un poco de nieve y eso es de lo mejor que he vivido, de lo mejor que he podido experimentar, nadie me va a contar lo que es andar por las nubes porque ya estuve ahí.

La segunda cima fue la Malinche, 4400 metros de altura, un poco menos que el nevado pero más intenso y complejo, la experiencia inició en la madrugada para estar a tiempo e iniciar el viaje hasta Tlaxcala un poco de nervios tal vez, pero ansioso muy ansioso de estar en la cima, había estado entrenado duro me sentía muy seguro, esta vez el clima fue más amigable al inicio pues las nubes se abrieron y permitían ver lo majestuoso que es nuestro planeta o una pequeña parte de él, a cierta altura se ve la curvatura de la tierra los paisajes son hermosos, de repente me sentí en la película del castillo vagabundo de Miyazaki, de verdad te desconectas de verdad tu mente se fuga. Para esta ocasión no hubo sándwiches de crema de cacahuate tan horrible y asquerosa, llevé frutos secos y barras de cereal, fruta y agua. La Malinche para mi ha sido la experiencia más extrasensorial que he tenido, en cierta forma la compañía también juega un papel primordial para lo que viví, tanto los guías como los amigos y compañeros, una vez alcanzada la cima en realidad es la mitad del viaje, debes pensar en todo momento en guardar fuerzas y energía para el regreso, me gusta pensar en que el montañismo es como mi trabajo, lo inicias lo pules pero no lo puedes entregar sin revisar sin repasar cada detalle cada letra de nuevo, es lo mismo con escalar montañas pero más emocionante y divertido pues los paisajes son distintos al ir de regreso revisando el camino andado, aunque regresas por donde mismo el sendero se aprecia diferente, yo debo tener más cuidado mi condición física mi limitante en los pies me pone un poco en desventaja es más tardado y mucho más accidentado tuve muchos tropiezos y caídas, pero lo mejor es que nunca estuve solo siempre y a cada paso hubo alguien al pendiente, excelentes reflexiones y platicas y risas y lluvia, mucha lluvia que hicieron del regreso algo increíble.

Hubo una tercera cima, el Iztaccíhuatl pero ya no llegué, el destino y la vida hicieron algún tipo de confabulación que justo no permitió llegar, tengo cierto resquemor al respecto, culpa y remordimiento tal vez, me había preparado muy bien, física y materialmente, esta nueva expedición incluiría un campamento en las faldas de la montaña lo cual me tenía con mucha emoción, hice mi maleta con varios días de anticipación de verdad nunca había hecho algo así para ningún viaje, casi siempre una horas antes de salir a donde sea hago cualquier tipo de equipaje con muchas prisas y con poco tiempo, esta vez fue diferente y también el resultado, pues no lo logré, no logre ir al último reto, la mujer dormida sería para otra ocasión, creo que tal vez algún tipo de mala suerte pudo ser la culpable; pues para que hacer maletas con tanto tiempo si se pueden hacer como todo el mundo al cuarto pal ratito, esa maleta aun sigue ahí en un rincón nunca pude deshacerla, he sacado algunas prendas pero en esencia ahí está esperándome tal vez en cualquier momento logre ir de una u otra manera, creo que las cenizas de mi cuerpo estarían felices en un lugar así para pulular por siempre...


Apéndice...
-- Esto que leerás continuación lo escribí en la víspera del tercer ascenso, parte de mi sentir que era otro en esos días pues lo que esperaba lograr nunca sucedería.--


"Sin duda trepar la Malinche dejó una gran experiencia, jamás imaginé lograr algo así, este reto de las tres cimas es una de las mejores aventuras de mi vida, poco mas de 4300m sobre el nivel del mar.
Este país es increíble no te lo acabas ni viviendo dos veces, los paisajes desde este volcán son espectaculares, valió la pena andar bajo la lluvia durante todo el trayecto, 
la compañía siempre hizo la diferencia y valió cada centímetro recorrido incluso las caídas en el descenso, pero sobre todo, gracias por su apoyo y que aún cuando dudé en que lo lograría, siempre me motivó y me dió fuerza, un... sabía que lo harías sin problemas, siempre lo supe!! bastó para pensar y soñar en hacer en el siguiente reto el más complejo pero también el más misterioso y retador, el Izta, y ya quiero que llegue el día!! igual y no es tan complicado, total, está dormida, la meta es llegar al pecho, a los senos, y es extraño pues si lo piensan bien, esto resulta en una analogía muy acertada porque muchas veces es bien complicado llegar a esa parte tan hermosa, así nomás de buenas a primeras, segunda base le llaman, esa es la meta pero yo deseo llegar más allá, voy por todo"