sábado, 29 de abril de 2023

Así somos los Faustino

El señor que está en el medio es mi papá. Él está con sus hermanos y los tres son tipos duros en apariencia. En toda mi vida, nunca me habría imaginado platicando del amor y otros demonios con ellos, o de su pasado y su infancia, de sus carencias, pero no de las materiales sino de las emocionales, de cómo perciben a sus hijos, de qué les faltó pero principalmente de lo que les sobra. Mi hermana y yo preguntamos libre y concretamente, y pudo haber quedado ahí, pero una buena charla es de ida y vuelta, y así pasó. Obtuvimos respuestas como me gusta, con anécdotas y vivencias. También hubo debates chingones, intercambio de ideas y posturas, pero todo acerca de la vida y de cosas muy personales, nada de política o de religión. Hasta quedamos con tarea para llevar. Mi hermana y yo leeremos algunos libros que bien nos hacen falta para comprender más la vida, y ellos se llevaron la encomienda de abrir su corazón a mis propuestas de no postergar sus planes.

Son mi ejemplo en muchos sentidos, principalmente mi papá. Cuando crezca, quiero ser como él. Quiero ser como los Faustino. Me emociona mucho que sean mi familia, y aunque no están todos ni todas en la foto, sí lo están en el corazón. Con los años, voy juntando más argumentos para poder definir de qué están hechos los Faustino. Sé que de otras maderas, sé que están forjados con el sol, con la vida del campo. Sé que el amor está ahí en los hechos, en las acciones y no tanto en abrazos o mimos. Sé que la empatía, la lealtad y la solidaridad son su característica principal. Si bien eso no se hereda, si se aprende. Me falta mucho, pero también soy un Faustino.

Durante mucho tiempo, creí que la mejor analogía para definir a mi familia era compararlos con la forma en que se logra un buen vino, pero sería muy básico. Y aunque el vino me gusta mucho, siento que aplastar uvas y dejarlas fermentar para después embotellar no suena muy complejo, así que no. Yo estoy seguro de que los Faustino son más como un buen mezcal. Es un proceso mucho más complejo. La materia prima que es el agave necesita un chingo de tiempo de maduración antes de poder ser cosechado. Se requiere de una buena maestra mezcalera, mi abuela, ella es la mera mera de este proceso. Ella cosechó el agave, lo coció y lo trituró a mano. Eventualmente, se requirió un maestro para la destilación, uno especial, y ese seguro que es un proceso igual de delicado que no cualquiera, solo mi abuelo y lo hizo muy bien. Los Faustino no son un tipo de mezcal, son varios, y cada uno se disfruta de diferente forma: a sorbos, así poco a poco y con calma, de chingadazo, directo de la botella o con su rodaja de naranja o hasta con limón, pero todos siempre dejan una sensación cálida en el pecho. Así somos los Faustino