jueves, 17 de agosto de 2023

Las Novelas

 Hoy quiero escribir de las benditas telenovelas y cómo de manera fortuita, se volvieron parte de mi historia de vida, no es que haya decidido que me influenciaran varias series de esas pero estaban presentes en la época de la no inmediatez, donde el tiempo transcurría lento y pausado sobre todo los domingos que literalmente no había muchas motivaciones mas que seguir respirando.

Desde que recuerdo, hacer la tarea, era un acto tortuoso, no era muy de mi encanto, sufría y si de por sí el tiempo transcurría lento ese rato dedicado al deber escolar era interminable y tenía dos ingredientes inseparables, estaba religiosamente acompañado de mi madre y con una telenovela de fondo, a veces resultaba muy difícil tener concentración con tanta tragedia, que si la protagonista fue engañada haciéndole creer que la amaban y sólo querían su cuerpo, y una villana tóxica que confabulaba y chantajeaba para hacerle la vida imposible o que si la verdad no se podía saber y siempre al decir esa frase la infeliz protagonista aparecía de la nada y rompía el ritmo de la escena preguntando con sorpresa y cierta intranquilidad ¿de que verdad no me debo enterar? y se armaba un desmadre o eso se pensaba mientras la música dramática hacía lo suyo dejando en suspenso un corte a comerciales, o cuando la villana era encarada e invariablemente se enredaba en un pelea con algún intento de héroe, que la iba a desenmascarar y hacerle pagar sus fechorías, siempre, siempre se incluía una pistolita pedorra, —La misma para todas las novelas estoy seguro— un revolver plateado, con las cachas negras de un tamaño ridículo que cabía en cualquier bolso de mano; el semi héroe al ver el arma se abalanzaba y en un forcejeo más falso que los sentimientos de tu ex y siempre resultaba que los cuerpos quedaban pegados haciendo algo parecido a una danza de apareamiento, enseguida se escuchaba una detonación que ponía una dramática y exagerada pausa a sus movimientos, la expresión en el rostro les cambiaba de golpe y pasaban de tener caras de furia a comunicar ganas de ir al baño con ojos salidos y sudor, mucho sudor en la frente como cuando crees que no llegas pero ya estás ahí vaciando el cuerpo, y toda esta bobada normalmente era en el capitulo del viernes, y no sabrías sino hasta el lunes a quién de los dos danzantes le había caído el balazo, y ahí estaba yo tratando de memorizar 2X2... 4, 4X2... 8 y a la vez preocupado pensando qué iba a pasar en la telenovela de las ocho.
Hubo varias que me impactaron mucho, no estoy seguro en tiempos y el orden puede fallar les juro que tenía un plan para contar esta historia, con una estructura firme, me documenté, hice un mapa de tiempos exactos para no perderme en mis recuerdos pero la realidad es que me di cuenta que no era para tanto, tal vez con el afán de tener todo controlado, esta historia se puede volver un texto tedioso, sin forma, ni esencia, ni alma ni nada, así que mejor ahí va de como me acuerdo sin guión ni nada.

Creo que la primer telenovela que ví, fue una donde comenzaba entre penumbras, era una boda y una loca disparando a los novios, mandando a la mierda un enorme pastel blanco y con el pastel obviamente iban los novios salpicando más sangre de la que el cuerpo humano contiene, por mucho tiempo me dejó traumado, si llegaba a escuchar la canción con la que iniciaba esa telenovela me remitía a esa imagen, buenos hasta en mi boda aaaaaaaaños después me dio miedo que mi ex, la Olguita o cualquier otra u otro —Uno nunca sabe— se apareciera por ahí echando bala, más menos era 1987 "Amor en Silencio" se llamaba la shingadera. Por esos días también salía una telenovela histórica, basada en la revolución mexicana, "Senda de Gloria", mis papás no se la perdían, bueno mi madre en realidad no se perdía ninguna, me perece que no estaba tan mal, el vestuario, las actuaciones, la caracterización —Era curioso para mi, ver al mismo monito en la tele que en las monedas de 100 pesitos que me daban para gastar en la escuela— Don Venustiano Oportunista Traidor Carrranza se llamaba el tipo ese. La ambientación era de un toque soberbio, incluyendo los carruajes y demás fituretes que le daban mucha onda al resultado, hace poco por casualidad volví a ver el inicio de esa telenovela y es increíble que con solo escuchar un poco de aquella música me remitió a esos días, la realidad es que podría haber estado todo lo chingona que quisieran y no es sino hasta hoy que veo lo valiosa que fue pero en ese tiempo me irritaba demasiado porque salía a la misma hora que mi caricatura favorita, "Los Defensores de La Tierra" evidentemente no es otra novela pero es lo mismo, aún me acuerdo de la cancioncita con la que comenzaba y también me acuerdo de todo lo que tenía que hacer y terminar para poder ver un ratito mi caricatura.

Había un solo aparato de TV en casa, la recuerdo como una cajita blanca en donde se veían imágenes en blanco y negro, con su antenita plateada, un par de perillas dentro de pequeños huecos circulares de lado derecho para cambiar de canal y una más pequeña en la esquina inferior para encenderla, era más chiquita que un horno de microondas convencional, primero estuvo sobre una mesita, después cuando ya la alcanzaba me la pusieron sobre un ropero y para que yo tuviera derecho a usarla debían pasar tres cosas: toda la tarea terminada, que a mi mamá se le inflamara dejarme pero principalmente que no coincidiera con alguna novela, sino ahí se chingaba todo, ya cuando podía cambiarle estaban los benditos partidos políticos, un programa aburrido e insípido que me hacía rabiar y entonces tenía que conformarme con ver papá soltero o Chespirito o nada porque el día para mi terminaba antes de las nueve de la noche, hora en la que ya debía estar en cama soñando con los angelitos.

Sí la situación era difícil entre semana para poder ver algo en la tele, el sábado y domingo no cambiaba mucho mi panorama, ahora debía lidiar con el hecho de que a mi papá le hiper mega fascinaba el fútbol, jugarlo y verlo, y no se conformaba con estar horas atento a un partido, o dos o tres, después se aventaba el resumen deportivo, y otra vez me tenía que conformar con ver alguna película de Capulina o Cepillín, en las mañanas si me levantaba temprano o en la noche «Aunque Usted no lo Crea» o «Misterios sin Resolver» o ya de mucha suerte «Siempre en Domingo» y otra vez a dormir temprano porque al otro día había escuela. La realidad es que ya fuera fin de semana o entre semana la pequeña televisión pasaba más tiempo apagada que funcionando, mi madre fue muy estricta en cuanto a tareas y ejercicios escolares extra, no fui un niño que pudiera estar pegado a la pantalla ya fuera por necesidad o por gusto, en cambio aprendí a leer desde antes de entrar a la primaria, incluso pude dominar una calculadora básica desde antes de cumplir cinco años.
Si me pelee muy cabrón con mis hermanos por ver quién imponía sus gustos en la TV, algunas las gané pero muchas más las perdí, o sea estaba chido cuando nos poníamos de acuerdo, en paz los tres vimos dragon ball, los power rangers, hasta otro rollo los martes, pero cuando no había común acuerdo esos dos hermanos que tengo eran bravos, sobre todo la mayor y más cabrón se volvió cuando el tiro ya solo era entre nosotros tres, porque mi jefita resulta que ya se había comprado su tele a colores la señora y le daba igual si había sangre o desgreñadas, o llantos, ella estaba fresca viendo «Muchachitas» en su Sony Trinitron a toda madre.

Yo varias veces juré, sobre todo cuando perdía un tiro que algún día me iba a comprar mi TV y no iba a dejar que nadie la viera ni estando apagada. Así como cuando juré que me iba a comprar mis roles de canela o mis galletas marías de las que nos tocaban diez, diez y diez y que también nos puteabamos para que ninguno se pasara de listo tomando más de lo que le correspondía, el hecho es que cuando tuve mi TV o mis galletas para mi solito, no supieron igual, lo chingón era madrearnos entre mis carnales y yo, la realidad es que daría lo que fuera por volver aunque fuera una noche y pelear con ellos por galletas o roles, les dejaría mi parte sin pensarlo, o no, quien sabe, igual y nos volvemos a putear por el puro gusto...

Hubo muchas telenovelas más, estuvieron presentes casi todos lo días de mi vida, unas memorables como aquella "Cuna de Lobos" ahí por primera vez veía una villana loca despiadada o así la recuerdo. "Carrusel" que fue muy entrañable eran las aventuras de niños en edad escolar, me identifiqué de inmediato, quien la vió no pudo evitar odiar a María Joaquina, una cabroncita presumida muy bonita, yo deseaba tener un cochecito como el de Cirilo un vatito afrodescendiente que era muy inocente y caía muy bien. Recuerdo muy vagamente algo bizarro, que se llamó "El Pecado de Oyuki" nunca entendí que rayos tenía que ver una producción japonesa o algo así con el México de esos días, en mi mente hay unos rostros pintados de blanco como mal imitando el teatro Kabuki, la verdad no estoy tan seguro de lo que pude haber visto. "Rosa Salvaje" al fin y al cabo fue la misma historia reciclada de casi todas las producciones, incluidas las de Talía con sus Marías: Mercedes Salvaje y la del Barrio siempre es la chica pobre y peladita, poco paseada que conocía a un tipo guapo, adinerado, generalmente con dos nombres y un apellido compuesto muy apantallador.

Y me podría seguir y seguir con muchas buenas anécdotas y recuerdos hasta RBD tal vez, que fue la última novela que recuerdo haber visto a medias o lo último último que vi en casa de mis padres y en esa TV a colores de mi jefita, que fue Sex And The City, nunca lo olvido y no tanto por la serie, que si estaba chida sino porque llegaba muy tarde a casa, eran los tiempos de la universidad cuando la última clase terminaba a las diez de la noche y en lo que me daba unas buenas ensalivadas con la novia y esperaba mi camión pues llegaba a casa cerca de la media noche, y mi papá me esperaba hasta que entrara, me decía: cena y se iba a dormir, que el profe me esperara hasta tarde se sentía bien chingón, y siempre lo tengo en mi cora como una de las cosas más entrañables, con seguridad después de cenar lo más probable es que Sex And The City me terminara viendo a mi y no al revés, así como ahora que uno invita a su vinculo emocional a ver Netflix y Netflix nos termina viendo, pero esa es otra cosa.

Lo chingón de toda esa época en realidad es totalmente opuesto al ver algo en la tele, lo chingón y que si extraño mucho, era cuando la luz se iba, que delicia estar con un té de canela o lechita y como no nos veíamos no había putazos por las galletas, todo era más civilizado, en calma, en paz, una vela titilante en medio de la mesa de la cocina y no se necesitaba nada más para el buen rato que se venía. La shingada luz casi siempre se iba después de una fuerte lluvia a media tarde justito antes de anochecer, ¡Qué platicas! ¡Qué calor de hogar! ¿Ya dije que eso si lo extraño un chingo? Es que lo contado ahí por mis papás fue siempre hermoso, de cómo fue su vida de niños, de sus abuelos, de los secretos de las familias de antes; de lo profundo de conectar y conocer de dónde vengo, y la pinche luz así como se iba sin avisar, llegaba en el momento más emocionante ya la vez inoportuno y nada más para darte cuenta que solo te habían tocado ocho y no diez galletas...



viernes, 11 de agosto de 2023

Experiencias paranormales

¿Alguna vez te ha pasado algo extraño, inexplicable, tenebroso?
A mi... Poquito si, han sido varias pero tengo tres cuatro que ¡ay cabrón! en su momento erizaron hasta el último de los vellos...

Aquí van así como las recuerdo. Era una tarde noche de un domingo equis en el calendario, cocinaba algo especial y coqueto mientras mi vínculo emocional recogía el minidepa que recién habíamos alquilado, ese lugarcito tenía mucha onda, tanto por la zona como por los momentos que ahí viví, cabe mencionar que no era la primera vez que yo estaba en esa cocina preparando alimentos, pero justo ese domingo cuando quise tomar la botellita de vino para vaciar un poco a mi copita antes de rociar mi sartén, unas rodajas de champiñones salieron volando y las quise recuperar antes de que rebasaran los tres segundos reglamentarios en el piso... ¡Madres! de la nada, ahí en el piso había una huella de un pie bastante grande, perfectamente marcada con unos dedotes así como cacahuates en su vaina, obviamente que mía no era y de ella mucho menos, insisto, no era la primera vez que hubiera estado ahí, tampoco es que fuera la gran cocina, era un espacio muy pequeño casí estoy seguro que improvisado, un techo alto y el piso firme, antiguo pintado de rojo, ya lo había trapeaedo en otros domingos y esa madre no estaba ahí, fue impactante y sentí un escalofrío muy de la chingada recorrer todo mi ser, una energía muy negativa y un chingo de miedo, se dice y no pasa nada... Si salí por patitas de ahí; como cuando niño que corrías del baño a tu cuarto con las luces apagadas, con todo lo apretable bien apretadito y que por más rápido que fueras, tú sentías como el Tunche venía pegado a tu rabadilla... Mi vínculo emocional, mi apoyo y mi jardín zen, me acompañó de regreso al pinshi lugar ese —el hambre es cabrona— y aunque se hizo la muy fuerte, «y que no» «que cálmate» «que ahí siempre estuvo esa huella» «y que seguro no la vi» y una sarta de patrañas, yo sé que ella supo que nel... No había nada ahí antes...  

En otra ocasión la experiencia involucró a mi pequeña hijita bebé, tal vez tendría un par de meses y como siempre ha sido algo delicadita para eso de la alimentación resulta que la criatura tomaba una leche especial por un problema de reflujo, era una leche de jirafa, carísimo el polvito ese—Obviamente que todo eso es irrelevante para el relato pero quería contarlo, podría haber tomado leche NAN o de la CONASUPO, da igual— El punto es que todas las madrugadas yo preparaba esa lechita, era todo un ritual que exigía calentar agüita, pero no mucho, esterilizar con vapor la mamila en un recipiente especial para horno de microondas muy práctico por cierto, todo esto medio dormido aún, pues bien en esas estaba, tomé la mamila recién esterilizada, la puse en la mesa y le vertí el agua calientita, y justo cuando abrí la lata de leche de jirafa, la mamila se desplazó por la superficie de la mesa, y ahí estaba yo con la mano temblando tirando polvito de leche y la pinshi mamila poseída al otro extremo, sí sentí otra vez ese escalofrío y me hizo pelar los ojotes, si me dio miedito eh, pero regresé a mi la mamila y ni pedo, la domé y le dejé caer la leche y le puse una agitada y le recé para que su posesión demoniaca no le fuera a causar nada a la Valentina... Obviamente que esto tiene una explicación, la mamila estaba húmeda por dentro y por fuera, y al caer el agua caliente hizo que el aire que estaba atrapado en el hueco que quedaba debajo de la mamila se expandiera con el calor y levitara la chingada mamila, pero ¿quien piensa en eso cuando estás más dormido que despierto y la chamaca a punto de chillar de hambrita? 

Esa misma chamaquita cuando ya podía hablar me hizo pasar una buena, la cabroncita decía que veía a «Atonio» en el clóset de su cuarto, y a veces también decía que ese pinshi «Atonio» no se quitaba de donde ella estaba, yo no quería hacer mucho caso y la mamá también lo minimizó, pero era muy insistente con su «Atonio» y su «Atonio» para todo y cada vez era más frecuente, tratamos de averiguar de dónde madres venía, no teníamos un pariente o un amigo que se llamara Antonio, nada por el estilo, sus programas de TV eran Pepa Pig, los Bubble Guppies y Dora, nada de «Atonio» por ningún lado. No es mame, estuvimos a nada de hacer una misa en casa, o de llevar un cura para una bendición, hasta que un día resultó que el pinshi «Atonio» si era de una película, era el chamaquito que corteja a las hijas de Gru en mi villano favorito. Respiré y mi alma descansó y la de su mamá también cuando entendimos que a Vale, Antonio Pérez le llamó la atención tanto como a Agnes y sus hermanas... 

Y esta es... La más, más, más de la chingada, estoy seguro que todos, directa o indirectamente hemos sabido de algo así, fue una noche, cerquita de las doce, yo estaba viendo unos videos en la recamara y mi vinculo emocional estaba trabajando en la computadora, rentábamos un depa en un segundo nivel que daba a la calle, así pasaban los minutos y de repente escuchamos un lamento horrible, algo que nunca había escuchado en mi vida, imposible de ignorar, a ambos nos hizo sentir ñañaras de las chidas, todos los vellos del cuerpo erizados, nerviosos y sorprendidos, el lamento primero se escuchó muy a lo lejos y en un segundo estaba junto a la ventana y al segundo siguiente se volvió a alejar, se escuchaba de verdad muy horrible, mi vínculo emocional desconectó la compu a la brava y corrió hacía mi para meternos en las cobijas como si nos fuera a librar del Tunche... Tratamos de estar tranquilos y estando empiernados pos nos amaneció, ya más relajados y pensando que tal vez hubiera sido una alucinación auditiva colectiva, producto de las quesadillas con epazote de la cena, resultó que al primero que vimos esa mañana fue a mi hermano y lo primero que nos dijo fue ¿Escucharon a la llorona anoche? nos contó que él venía en la calle y que cuando escuchó lo mismo que nosotros, sintió como su trasero lo abandonaba. ¡Madres, no fueron las pinshis quesadillas¡ Hasta hoy lo sigo rememorando y vaya que ha sido la experiencia más pinche horrible que me ha tocado escuchar...