jueves, 29 de junio de 2023

Curso de verano

Siempre he dicho que cada quien elige su veneno... que todo en exceso es nocivo, que los extremos son muy malos y ahí estaba yo en una pandemia naciente sin tener claro hacía donde iría todo, si la libraría, si en algún punto todo se iría al carajo... De repente todo me cambió y no es que me sienta un unicornio morado especial, simplemente estoy relatando mi parte de la historia que a todos, de una u otra manera les pegó —Seguramente existe banda con una inteligencia emocional muy chingona que no les afectó en nada, incluso que hoy aún no creen en la existencia del COVID, así como los que creen que la tierra es plana o hueca, pero la mayoría de mis conocidos vaya que los afectó— Hubo quién se aisló y no veía noticias para no angustiarse, hubo quién veía noticias y notas para angustiarse más, hubo quien terminó una relación y quién en medio del caos pandémico encontró el verdadero amor; estuvimos los que lavamos las compras completitas y nos bañamos en desinfectantes al salir y al entrar a casa y los que no...

Y así podría seguir con diferentes prácticas, unas muy raras y otras no tanto, la realidad es que no todos la sufrimos igual, un abrazo a la distancia a quien le toco el encierro y cuarentena en alguna navidad, cuando empezó muchos creímos que justo para la cenas de fin de ese año nos íbamos a reír de ese maldito bicho mientras le pedíamos a la suegra más ensaladita de manzana y a la cuñi que nos pasara un poco más de cremita para las tostadas antes de cucharear el pozole, pero eso no pasó al menos no ese año y sí fue un 2020 para el olvido... 

El encierro, los miedos y las angustias por la pandemia y penas ajenas al virus hacían muy difíciles los días, todos eran el mismo, todos eran martes, el peor día de la semana, no había forma de que yo distinguiera una mínima diferencia, no había forma de hacer ejercicio, ni ánimos siquiera porque bien se podían haber llenado unos garrafones de agüita y fabricar unas pesas hechizas con unos palos de escoba o qué se yo, de que se podía se podía, solo que el poder de los pensamientos propios a veces suelen ser muy crueles. Chamba hubo todo el tiempo de pandemia, lo que para mí serian solo un par de meses hasta hoy no ha cambiado, pues sigo trabajando desde casa, pero hoy es una situación muy cómoda y muy diferente a la de esos primeros meses. Pero no sé por qué madres me sentí tan mal, no sé si extrañaba el tráfico, la gente, el contacto social, el estrés de conducir en los días de lluvia o en el transporte, no sé, el asunto es que experimentaba una angustia horrible por haber perdido mi rutina de un día para otro... De repente el trabajo exigió un poco más de atención y eventualmente me fue atrapando y al no hacer ejercicio pues ahí se fue casi toda mi atención, lo otro en problemas que no dependían de mi pero que quise resolver sin éxito alguno y justo en medio unas deliciosas y crispeantes bebidas alcohólicas...  

Los días comenzaban con una taza enooooorme de café recién hecho, roles de canela casi diario, trabajo, correos, juntas virtuales, preparar comidita, más juntas, más café y más trabajo y dormir, —Y lavar trastes, muchos trastes, nunca en toda mi vida he lavado tantos trastes como ahora, el jaboncito Roma ya tiene muy maltratadas mis manitas, me volví un crack para lavarlos rápido y es todo un ritual que incluye una play list especial para ese "quihacer"— Cuando ya pude ir distinguiendo los días de la semana y llegaba el "viércoles" después de la hora de la comida me permitía una copichuela de vino rosado —Zinfandel de L.A. CETTO no es por nada pero con unos frutos rojos congelados en el fondo, ah que rico sabe— así para pasar la tarde entre el zoom, el photoshop, el correo electrónico y viceversa y lo mismito para las tardes del jueves y viernes, con bastante "agusticidad" para cerrar la semana laboral. Solo que como decía, todo en exceso es muy malo, yo estuve a nada de perder el control, si me llegué a decir que todo estaba bien, si me excusé en argumentos absurdos cuando me dijeron que ya estaba abusando un poco, decía cosas como que "exageraban porque no hacía desfiguros ni perdía la conciencia", y es que, según yo, no bebía mucho pero tal vez sí mucho muy seguido... Que si el vino rosado para la tarde noche, que si el tinto para después de comer, que la cerveza de trigo para trisitear y terminar la semana, que si un trago de wiskisquilucan para sentirme importante y así como si no hubiera mañana creyendo que tenía absoluto control, hasta que un día de la nada mi hija me hizo un dibujo, era un semáforo rojo y me dijo que cuando esa hoja estuviera pegada en mi puerta yo no podía tomar, al principio me hizo mucha gracia, no le tomé importancia y me fui al refri tomé mi botella de vinito y me serví una copita y a chambear y ¡madres! ¡maaaaaaadres! al ver mis correos y pendientes caí en cuenta que era lunes que no era el medio día siquiera, y yo ya tenía una copichuela en mano entonces y solo entonces me cayó el veinte de que me estaba súper pasando de verdura... 

Hoy estoy seguro que por nadita y hubiera terminado en un curso de verano para dejar de chupar, tal vez exagero pero ninguna adicción se hace de un segundo a otro y así como iba no hubiera tardado tanto en perderme; esa semana decidí con un chingo de fuerza de voluntad que ya no mames, me regañé porque también coincidió que hice limpieza y junté todas las botellas vacías en una esquinita y eran un chingo más de cuarenta, entre vinos y cervezas de trigo y una que otra rareza y solo las de esas últimas semanas porque antes ya había tirado algunas... ¿Por qué las guardaba? sepa, creo que... No, no sé por qué la verdad, pero sí perdí el control un par de veces: festejando mi cumpleaños por ejemplo y con mucha vergüenza porque eso no se debió hacer, solo que en algún punto creí que era importante porque me justifiqué en que "hoy estamos mañana quien sabe" otras tantas destapando caguamas enormes de modelo con mis hermanos, para matar la ansiedad más que la sed... —Hoy no las puedo ver me hacen mucho mal, las caguamas no mis hermanos, a ellos los amo— 

Tal vez me dió miedo o simplemente me di cuenta de que no valía la pena como para perder la paz y la tranquilidad y la salud por unas copichuelas o unas cheves y no solo dejé el chupe sino hasta los pinches roles bimbo. —Eso si, el café no, podrá hacer un calor infernal o lo que sea pero el café recién hecho jamás faltará— Si bien todo seguía cerrado y la situación no parecía mejorar el cerro estaba disponible y solito, entonces me armé unas rutas para salir a correr y cansar el cuerpo para así cansar la mente y dormir en paz sin pensar pendejadas, descubrí una plataforma de programas de radio y podcast en vivo que me ubicaban en los días de la semana, estaba conociendo mucha música y grupos y además la banda de rock que había crecido con mi generación tenían nuevas rolas, rolones... los pinches Strokes y ese fue sin duda el disco que define mi soundtrack de la pandemia, lo escuché casi casa día, entre muchos otros como una chica que cantaba vete de una vez y ya no vuelvas que también me acompañó muchas mañanas mientras corria y todo eso me tenía en otro canal, es muy gracioso pero le tomé mucho gusto a los Rolling Stones, pero mucho, también reafirmé mi repele a los "bitles" —Me dan mucha flojera,  un par de rolas medio se salvan— Conecté y re descubrí grupos y cantantes que jamás creí, no sé si por la edad o porqué pero Luismi ha tomado sentido con esos pinches rolones como inolvidable y la incondicional, pero también conocí muchos nuevos, le abrí mi corazón al reguetón por ejemplo —No es lo mismo lavar los trapos de la cocina con la Bichota de fondo que lavarlos así a pelo— También conocí una banda llamado PULP, que para mí eran actuales, una joya y vaya sorpresa cuando supe desde cuando vienen tocando ¡Maldita sea! me los he perdido desde siempre y ni en cuenta. Aprendí más recetas de cocina y también experimenté e improvisé unas propias, me hice muchos tatuajes y aunque fue casi con la misma justificación de hoy estamos mañana quien sabe, la realidad es que desde que era muy chavito siempre había querido hacerme rayas como hasta quedar como banca de secundaria... 

Eventualmente los negocios fueron reabriendo poco a poco, entre ellos los gimnasios y si bien no estaban operando al cien ya había clases en espacios abiertos, se sentía de nuevo el contacto social y eso me ayudó mucho más, ya tenía una vacuna en mi sistema, pero el punto es que toda esa revoltura de emociones y sensaciones me habían alejado un chingo de un buen curso de verano. Nunca dejé de tener trabajo, ya le agarré el gusto muy rico a las ventajas del "JOMOFIS" para mi aún no acaba y espero que así siga, he visto crecer a mi hija y he pasado mucho tiempo con ella y eso no tiene precio —El dibujo del semáforo en rojo que me hizo sigue pegado en mi pared—.

Hoy descubrí gracias a una mala experiencia que ya no tolero el alcohol, fue en una salida al karaoke donde me pedí al mismo tiempo mi rola de Luismi y un whiskey y madres solo recuerdo que canté y PUM hasta ahí, desperté y tardé en ubicarme, yo juraba que nos habían corrido a las cinco de la mañana por el fiestón que armamos y no, no fue así, creo que no llegamos ni a las diez y media cuando ya íbamos de regreso, muchos meses juré que había bebido algo adulterado hasta que poco a poco fui notando que cualquier bebida alcohólica por inocente que fuera me mareaba muy cabrón como cuando en una cita romántica, la tostadita de atún sellado que me pedí incluía una inocente y muy fría coronita de cortesía y me la tomé y la de date también y después ya no pude conducir por la mareadota que me dió, tuve que salir del restaurante de su brazo, ella tomó el auto y no dejaba de reírse de mi... Ahí supe perfectamente que ya no iba a ser como antes, como cuando pasaban los primeros meses de la pandemia; yo que fui aquel de tragos fuertes en mano, de tequilas derechos y que el whisky era mi bebida espirituosa favorita, hoy soy más de un buen vino —Esa madre es un excelente lubricante social para sacar las mejores pláticas pero una copa y ya está— Soy más de los tragos de señora —Que seamos sinceros, esos son más postres con un toque de alcohol que bebidas en sí— Prefiero que si una conga, que si la piña colada, que si las medias de seda o mi favorito: el carajillo y lo más fuerte en memoria de esos tragos de macho que muchas veces me tomé es un Gin Tonic con sus rodajitas de cítricos, pero aquí entre nos descubrí que en realidad lo que me gusta es la bebida tónica sin el Gin, las venden en el walmitar y con mucho hielo para mi saben bien chingón así solitas.

Ya no tolero una borrachera como antes, como tantas que tuve y por las que perdí cosas valiosas, y momentos irrecuperables, ofendí muchas veces, otras tantas fui muy imprudente y demasiado impertinente, pero me descubrí y me reconocí como una persona con fuerza de voluntad para dejar lo que me hace daño, tardo, pero una vez que lo logro ya no me afecta, así como el trago o como los pinches roles de canela, y no es que dejes de consumirlos sino que simplemente cuando los vuelves a probar ya no saben ni tienen el mismo efecto, y a así eventualmente será para muchas situaciones que aún dejo que me hagan daño.


martes, 27 de junio de 2023

¿A qué chingados te mandé?

Ojalá haya sido un gran día de cumpleaños para ti madre, espero que hayas festejado mucho...
hagamos un pacto que yo nunca me olvide de tu cumple y tú solo encárgate de vivir para siempre 
señora cabroncita.

Hoy recordé una historia muy graciosa y la quise dejar por aquí e irme lentamente antes de que te me enojes de nuevo cuando la leas, —En mi defensa diré que no fue con mala intención y demás si no hubiera pasado, hoy no tendríamos de que reír—.

Corría el año de 1900 y algo, creo que 93, teníamos poco de haber cambiado la moneda en curso, recuerdo que se le decían nuevos pesos y era un desmadre los pinches de las tienditas se ponían algo necios y de la nada ya no recibían dinero que no tuviera N$ grabado o impreso, esto aún cuando en la tele y radio se comunicaba lo contrario, o sea sí existía una fecha límite pero le faltaba un ratote.

Las monedotas pesadas pasarían a la historia y darían lugar a unas más pequeñas, y aquí comienza lo que en realidad quiero contar, las monedotas eran practicas, había cinco diferentes denominaciones; iban de los 50 centavos con Morelos si no mal recuerdo hasta la de 1000 pesos con Sor Juana, en medio las de 100 200 y 500, mi fiel compañera por muchos años fue la 100 con don Venustiano Carranza, de éste ejemplar, tú me dabas una todos los días para gastarlo a la hora del recreo ¿te acuerdas? pues creéme que con ese varo se hacían maravillas por allá en 1989, esta fiel compañera versátil era aliada de padrinos y tíos, ideal para dar cómo domingo a chamacos latosos, o como limosna en la misa pero lo más destacado era que por sus características físicas por muchos años fue usada para ser introducida por una ranura y darle vida a los videojuegos en las maquinitas, dependiendo tu suerte pasabas largas horas de juego, esto mientras en casa la familia esperaba las tortillas, o refrescos, o pan o lo que fuera, que te hubieran mandado, la realidad es que las retas entre la banda de cuadra se tornaban épicas y no podías abandonar el juego así como así, nomás por llevar a tiempo el mandado, digamos que te veías mal.
Así estaba yo una tarde de muy buena suerte frente a la maquinita, Mortal Kombat 1 era el motivo, practicaba mis mejores trucos y habilidades aplicando fatalities sin piedad, sin exagerar mi record más menos 15 victorias al hilo y las monedas formadas al calce de la pantalla, cuatro amigos panzones que claramente no estaban soportando tremendas madrizas y no podían sacarme, ¿a qué me habías enviado a la tienda? no puedo recordarlo, pero a jugar a las maquinitas no creo, el punto es que en la batalla más apretada y cerrada cuando ésta exigía mayor atención; de repente sentí una mano que tomó mi despeinada cabellera y que también sacudía mi cabeza brusca y salvajemente, estoy seguro que quería arrancarla justo como ZubZero que era el personaje con el que jugaba en ese momento, de inmediato pensé que era algún ardido de mis compas, sólo atiné a gritar ¿Qué te pasa pendejo? pero justo no acababa de decir ..."pende" cuando ya no me pude regresar las palabrotas a mis hocicos pelados y groseros, ¡Qué sustote, la boca se me secó del terror! eras tú "pregungritándome" ¿A qué te mandé? ¿A que chingados te mandé? Obvio sin soltar mis greñitas, cómo pude, logré zafarme de tu mano vengadora y correr hacía mi bici, salir en chiga lejos de mis amigos y conocidos para llegar a casa y… y nada, ¿Ahí hacía dónde te mueves? Cuando llegaste me terminaste de ejecutar pero bueno ahí ya no había testigos, y es que del susto no se y no recuerdo hasta hoy día qué madres me encargaste de la tienda esa tarde.
Que vergüenza con los panzones, esa vez no solo perdí mi record también perdí un poco de respeto con el barrio, tu confianza y es que para se honesto creo que eso sólo fue el colmo de tu paciencia pues por esos días siempre tardaba horas cada vez que me mandabas a algo.
Algunas tardes que seguí jugando, mis amigos utilizaron el terror psicológico por mucho tiempo para desconcentrarme, de repente y de la nada, a medio juego gritaban: ¡Ahí viene tu jefa! Mi cara debe haber sido muy pinche graciosa siempre porque nunca dudaba y siempre me aseguraba que no fuera cierto, entre tanto dejaba de poner atención al juego por salvaguardar mi desgastada dignidad, y pues me vencían.

Feliz cumpleaños mamita chula hermosa, tengo la mejor madre del mundo, gracias por ser mi guía y por corregir mis malas pasadas, en mucho soy lo que soy gracias que siempre haz estado ahí...
Te amo.

viernes, 23 de junio de 2023

Tu primer beso... ¿Cómo fue?

 Tu primer beso... ¿Cómo fue? 

¿Fue robado, prestado? ¿Tú lo diste o te lo dieron? ¿Hubo lengüita o fue de trompita no más? ¿Mordelón a caso? ¿Demasiado húmedo o demasiado seco?... ¿Fue memorable o simplemente pasó y ya?

Yo no tengo taaaan claro cómo fue el mio, a veces pienso que hubo todo eso, otras no tanto o pienso que solo es que debía pasar. Tenía casi quince años y a estas alturas de mi vida creo que eso fue más un rescate que otra cosa, porque para mi aquello era una carrera contra el tiempo en aquel verano de 1997 siento que por nadita y llego a la preparatoria sin haber besado nunca, ni siquiera a mi mano, bueno ni al espejo de perdida. Asumo que ella pensó que yo sabía besar y yo nunca dije que no fuera así porque no tuve el valor de decir que esa fue mi primera vez... 

Fue lindo eso sí, pasó justo a tiempo y se agradece, cuando vinieron otras ensalivadas le tomé bastante gusto al acto, nunca me atreví a robar un beso, más bien me robaron algunos y también hubo varios desagradables pero para ti ¿cual sería el beso más chingón, el más memorable? ya sea por pasional o por tierno, pero el tema es solo de besos que provocan ir hacía la caricia prohibida... O no... No sabemos, a veces labios vemos, besitos de vaca no sabemos...

Yo tengo uno, el más chingón, es el más lindo y excitante, es ese beso que esperas que suceda, que llevas días pensando en cómo se puede lograr, que imaginas cómo será, que no apartas de tu mente la forma de sus labios porque ya los memorizaste de cuando han platicado, que te tiene con la sensación de que si sucederá pero al mismo tiempo lo dudas y aunque hay muchas señales que ella también lo espera la realidad es que no sabes como romper esa barrera, sabes que ya te perdió el asco pero no sabes cómo consumar y coronar ese hecho juntando tus labios con los suyos, total que estás como en una especie de angustia, de dulce angustia de no saber si podrás o no rebasar ese límite.

Pero si pasó, y oooooooots se sintió tan bien, la recompensa en los estímulos que percibí en todo mi cuerpo fueron casi como si me hubiera dejado una parvada de cuervos en el pecho que me duró días... Ella también lo deseaba, estoy seguro solo que jamás lo va a admitir pero eso se nota, al final no éramos unos desconocidos, digamos que a manera de percepción de vibras las nuestras ya habían congeniado, así cómo en la película Avatar de alguna manera hubo un enlace invisible entre sus demonios y los míos que hizo que me perdiera el asco desde hacía mucho pero no me lo iba a decir,  fue algo tierno o al menos eso espero que ella siga pensando, paso así, se los contaré sin tanto detalle porque es una historia compartida y no tengo todos lo derechos: yo moría por besarla y ella lo sabía insisto que lo sabía, estaba admirando su carita hermosa mientras platicábamos de algo, bueno ella hablaba porque yo moría de nervios por lo que estaba a punto de pasar, ya tenía un paso ganado porque su mano ya estaba jugueteando con la mía pero algo la detenía a dar ese pasito final, un miedo o algo o no sé qué y sólo se me ocurrió retarla y le pregunté "¿Cuanto apuestas a que te puedo dar un beso sin tocarte los labios?" y me dijo algo así cómo: ¿Eso qué? eso no se puede "¿o vas a salir con la tontería de morderme la mejilla?" Le aclaré que no, que era un reto serio que le pusiera una cantidad, yo saqué un billete, dudosa pero segura de que mi propuesta era tonta o de que no tenía sentido o tal vez ambiciosa por que se iba a ganar el billete, o simplemente pasó que la curiosidad le ganó y aceptó, entonces yo le tomé sus hermosos cachetitos, le pedí que cerrara los ojos y le dí un besote, no supo ni qué pedo, enseguida le dije perdí, no pude besarte sin tocarte lo labios y le pagué. Creo que hacía falta algo así para romper esa barrera, claro que se hizo la enojada pero no pudo dejar de reír y de sentirse nerviosa... Ambos, cada quien por su lado estoy seguro que no dejamos de pensar en ese momento de camino a casa. Cuando nos volvimos a ver, les juro que boquita nos hizo falta para la ensalivada que nos dimos....