sábado, 25 de noviembre de 2017

Irma

Irma

En la vida hay personas que se cruzan en nuestro camino y lo hacen mejor y más divertido, son parte de nuestros días, la magia está en que se ven poco pero cuando sucede, el tiempo pasa un poquito más lento y eso hace que este viaje valga la pena.

Eso es justo mi sentir con usted, me da mucha alegría y mucha emoción haber coincidido en este valle de lágrimas llamado vida, tengo muchos recuerdos muchas historias que la hacen parte importante de mis días, siento una profunda admiración por que es una mujer de las que ya no hay muchas, inteligente, íntegra, sensible, guapa, excelente madre, la mejor de las comadres – dicho por mi y avalado por mi Ceci—amiga incondicional, leal, muy alegre, --tanto, que se contagia-- con un profundo arraigo a sus raíces, tal vez y sin temor a errar uno de los corazones más nobles que existen.

Era mucha emoción cuando se sabía de una visita a su casa, ir a su hogar era un viaje increíble, porque seguro que sería un día de lo más agradable, tal vez son pocos pero eso no demerita el hecho de que fueron increíbles, la amabilidad desbordada, la hospitalidad tan generosa y ese sazón de hogar que se quedó muy grabado, hacen de esos días muchos y muy buenos recuerdos.

Está muy presente en mí, un fin de semana en que llegamos a visitarlos, muy temprano, enchiladas de desayuno, una delicia, las mejores sin duda, de niño se nos va en jugar pero eso no evitó que pusiera atención a los detalles esos que hacen la diferencia, recuerdo muy clarito el plan para la comida, mi padrino Hermilo dijo con mucha seguridad, caldo de pescado, lamento mucho no haber apuntado la receta porque sin duda es el mejor caldo de pescado que jamás he vuelto a probar. No exagero en decirle que ese fue uno de los fines de semana más agradables que pasé, las despedidas eran emotivas, después de una larga platica de adultos y de jugar tanto pues era inevitable, aún cuando era triste el regreso había algo que lo hacía único, en alguna parte del camino teníamos que tomar un transporte y justo era afuera de una panadería enorme, dónde mis padres aprovechaban y se hacían de unas conchas y leche LALA, que en esos días era tan raro encontrarla que resultaba ser una verdadera delicia llegar a casa y ver ese envase de leche con letritas color naranja y azul en la mesa, morder el pan y saber que de no haber ido a visitarlos no tendríamos ese pequeño placer.

También tengo tristezas y tragos amargos, cosas que me hacen mucho ruido aún hoy. Un fin de semana no pude ir a visitarlos junto con mis padres, lo lamenté mucho pues nunca imaginé que debía estar ahí porque iba a ser la última vez en donde se vería a mi padrino, alegre y tan desprendido como siempre, por el simple hecho de que mi familia los visitaba, tanto me pesó que al fin de semana siguiente decidí ir yo solo a visitarlos y es aquí dónde más pienso en que el destino me gritaba e impulsaba a hacerlo, no lo entendí sino hasta una semana después que en realidad me fui a despedir de él.

Madrina espero de corazón que la vida nos siga permitiendo hacer más historias y más anécdotas, más risas que tristezas, más abrazos y más buenos momentos. La admiro desde siempre, la admiro por lo que mi madre cuenta de usted de antes, de cómo se conocieron de cómo se abrió camino y la admiro desde que la recuerdo y no quería dejar pasar el tiempo sin que lo supiera, y lo hago de la mejor manera que sé.





miércoles, 22 de noviembre de 2017

Compartiendo Penas

A veces compartir las penas es mejor, tal vez pasé más rápido...
--Papá, David ya sabe que estoy enamorada de él, pero él está enamorado de Nora, pero Nora está enamorada de alguien más.
--Vale, mi amor no pasa nada, ese vato se lo pierde, tú te lo ahorras y seguro y alguien más se lo ganará...
--No papá, no se lo tiene porque perder, él puede ser mi amigo, aunque me guste eso no cambia nada...
Su respuesta me dejó sorprendido, todo esto mientras ella cantaba con mucho sentimiento unas letras algo llegadoras y al preguntarle a quién se la dedica, francamente esperaba que me dijera que a David, pero sólo sonrió y me dijo... al amor papá se la dedico al amor...
Agradezco infinitamente la confianza y la comunicación, mi niña y yo podemos hablar de cualquier tema, y lo hace con mucha soltura, recuerdo cuando estuve en su lugar y mi madre me gritó "primero aprenda a limpiarse bien la cola, escuincle tarugo" fue una tarde de verano cuando mi hermano encontró en uno de mis cuadernos de la primaría una notita que decía Kenia y Saúl, y fue de chismoso con mi mamá y aún cuando ya me limpiaba súper bien, jamás pude tener una apertura en ese tipo de temas.
así pues, las penas compartidas siempre se hacen menos.

Cuál es su recuerdo más viejo?...

El mío es está ligado al olor a yodo no sé por qué pero cada que estoy cerca de ese aroma me transporto a ese recuerdo, y aunque está en penumbras y medio cortado, sé que sí pasó, en ese pasaje estoy con mis abuelos y mi madre, hay otras personas, mis tías tal vez, estamos saliendo de un predio algo oscuro con un patio y jardín algo extensos, las bardas son de ladrillo rojo y un portón negro se abre para darnos salida, vamos en un auto muy amplio, sé que es la casa de un doctor y que su consultorio está ahí mismo, es una noche muy oscura, a quién atendieron? no lo sé, tal vez a mi o a mi abuela, pero había un olor a yodo muy penetrante y eso me hizo anclar el recuerdo para siempre. Años más tarde en las historias de la familia hay muchos momentos en que mencionan al doctor Germán, un amigo de la familia que los atendió siempre, un excelente tipo y muy buena gente, al perecer comía en casa de los abuelos de vez en vez, estuvo en muchas urgencias e incluso cuando los últimos días de mi bisabuela, un par de años antes de que yo naciera, él fue quién de alguna manera le dio consuelo a mi abuelo y le explicó de una manera más humana que científica, lo que su mamá estaba padeciendo. Es por esto que estoy seguro que mi recuerdo más viejo es justo de una visita al doctor Germán, y aunque no lo conocí o no lo recuerdo, le mando bendiciones en donde quiera que se encuentre. 

domingo, 23 de julio de 2017

Aprenderé a ser hijo hasta el día en que sea padre

Dice una máxima de la vida, que aprenderé a ser hijo hasta el día en que sea padre, ese día ha llegado y me ha asaltado con todos los miedos e inseguridades que puedan imaginar, he entendido tanto a mis viejos, todos esos regaños, esas tediosas tardes de tareas, ese estrés por el que pasaba a merced de lo que para mí eran ganas de estar jodiendo, sin darme cuenta que ellos sólo hacían su trabajo, ese arduo trabajo de ser padres, aprendiendo sobre la marcha sin un instructivo, realizándolo lo mejor que podían. Aunque hay muchas ideas y muchos caminos de que hablar al respecto, por ahora me enfocaré en la educación y es que en días recientes me he preguntado si estoy haciendo bien con la forma en que educo a mi hija, trato de omitir algunas prácticas de mis padres, es un tanto difícil de lograr viví con ellos muchos años, por fuerza tengo su influencia tatuada en los huesos a base de chanclazos y porque no decirlo también de algunos cuantos putazos, a mi juicio tajante mis padres cometieron algunos errores en la formación de sus hijos, fuimos tres hermanos: yo el mayor, sin duda conmigo fueron los experimentos, ensayo y error, para cuando llegó mi hermana y posteriormente mi hermano ya se la sabían, seguro descubrieron que no pasaba nada si tardabas en ir al doctor, que los pequeños son máquinas increíbles que aguantan bastante, por ejemplo: pueden quedarse encerrados en casa por accidente un largo tiempo, berreando y moqueando, sin tener forma de salir, o como una bebé de dos años resiste un hambriento ejército de pulgas atacando sin piedad, también como un niño de tres años tolera perfecto el peso de un cilindro de gas sobre sus piernas, incluso resisten volar a través de un ventanal desde un segundo piso y aterrizar de nariz cómo si nada  – Historias reales—.
Pero hoy abriré los más oscuros y vergonzosos secretos de mi infancia, esos que tienen que ver con un tema ¿es bueno o no educar a los hijos echando mano de los golpes, será verdad eso de que una nalgada a tiempo es muy valiosa y hasta saludable? Hasta hoy he intentado ser fiel a mi principio de no darle unos buenos madrazos a mi hija, como a mi los dieron y chido, esa práctica tan usual de mis padres es justo algo que no quiero que esté presente en la educación de mi pequeña; para mí ella es muy inteligente, es increíblemente astuta, y aunque tiene unos momentos en los que pone en duda y a prueba mi inteligencia emocional y mi paciencia para no cachetearla hasta que salpique sangre por doquier, me niego a pensar y a aceptar que forzosamente se tiene que golpear a una pequeña para hacerla entender cualquier tema, para mí eso de que “la letra con sangre entra” tampoco va, pero no lo he logrado del todo mis hermanos, muchas veces he tenido que recurrir a alzar la voz, a gritarle, y aunque son contadas, le he dado por lo menos un pellizco de monja o una nalgada, y no me siento orgulloso de ello, trato siempre de contenerme hay veces en que siento que pasé la raya en el afán de corregirla, me he disculpado y he hablado del tema con más calma y es inevitable pensar en mis padres, no le he gritado o disciplinado por estar jodiendo, lo hago porque quiero que sea una excelente persona, cómo dije al principio el día que ella nació nacieron mis más grandes miedos, siendo niña, siendo mujer está en desventaja, es vulnerable en este mundo machista y quisiera mentir y decir que cuando sea su tiempo de andar sola podrá hacerlo con plena libertad, busco ser su guía más que su sombra o su capataz para que cuando llegue ese momento confíe en si misma, la quiero fuerte, la quiero segura y con la autoestima suficiente para romper madres, la quiero feliz siempre feliz.

Hoy quiero compartirles tres veces en que mis padres me acomodaron las ideas a madrazos, no sé si me las gané o no, tampoco sé como hubiera reaccionado de haber estado en su lugar, es difícil de imaginar, pero sin duda lo que  sé es que me dejaron marca, hubo más pero estas son épicas y memorables. No sé el orden, no recuerdo cual fue la primera así que decidí escribirlas en función de la intensidad de putazos que me dieron; la menos peor primero y la chida al último.

Por aquellos años de mi infancia recuerdo muy bien que una de mis responsabilidades en nuestra organización familiar era la de hacer mandados, ir por tortillas, a la pape por los materiales para hacer tareas, por la comida y un sin fin de etcéteras, me valía de una bicicleta, varias a la postre. Era un día medio nublado agradable para estar jugando afuera de la casa, hasta que el grito desgarrador de mi mamá me interrumpió y me hizo atenderlo de inmediato, un encargo simple era el motivo, estaba con mi padre y ambos me explicaron que necesitaban una manguera para regar el jardín, a mí me encantaba salir en la bici a lo que fuera, seguro estoy que no puse atención a las indicaciones porque además de que me encantaba pedalear pues, aprovechaba para ir a las maquinitas un rato entre mandado y mandado y ese fue el detalle, pasé a jugar videojuegos y hasta después por la dichosa manguera, ya en la tlapalería pedí el encargo de mis papás y ¡chale!. No contaba con que el señor bigotón del establecimiento haría tantas preguntas para darme una simple manguera, ¿qué si es para regar, qué si esto, qué si lo otro, qué calibre, qué color?. ¿Para exteriores, para interiores?, como no tenía ni puta idea y no recordaba, don bigotón me puso en el mostrador varias muestras y pedí una roja muy chingona y de todo lo demás, pues fue un albur yo lo único que recordaba con bastante seguridad es que debían ser 10 metros, me fuí a casa con la manguera enrollada al manubrio, me costó mucho menos de lo que mi papá había calculado, el estaría muy contento porque le había ahorrado bastantes pesos, y ahí voy todo feliz con un envase de frutsi atorado a la llanta trasera, rodando muy satisfecho, sonando como moto por las calles del pueblo. ¡Mocos no era roja!, esa madre es para la construcción, no para regar, se utiliza por lo general para meter el cableado de las instalaciones eléctricas de las casas, para hacer las bajadas de luz, justo antes de poner el recubrimiento a las paredes y en el tendido de varillas para hacer los techos, igual justo antes de verter el cemento –Por si un día les piden una manguera ya saben, de nada!!—
Como dije, ¡mocos no era!! Lo supe porque mi cara de felicidad se desdibujó al mismo tiempo que me daban una gritoniza, y me mandaban de rebote a cambiar la manguera, debí haber notado que me habían sobrado bastante dinero, y que algo andaba mal, oooooobviamente el dueño de la tlapalería me mandó por un tubo con todo y mi cara de espanto, ya se había cortado la manguera ya no se podía cambiar, no hubo manera de convencerlo, y encima me regañó por no poner atención, voy de regreso y ya ni rezando, ya iba resignado sabía que se pondría feo, feo fue poco, en cuanto le dije a mi papá que no me la habían cambiado, montó en pantera, me regañó y gritó, insultos, dos tres cinturonazos, mi mamá tratando de alivianar el pedo, pero a la vez regañándome, pero a la vez calmando, pero a la vez gritando, y mi papá seguía en su papel de ogro, eso fue mucha presión para mí e hice algo terrible mis hermanos, algo que me avergüenza bastante hasta la fecha, actué como un barbaján, lo hice sin pensar, salí corriendo como pude, ellos tras de mí, al pasar por la cocina tomé una silla del respaldo y tiré de ella con fuerza para detener su avance al mismo tiempo que les gritaba –Y me da no se que escribirlo, pero ahí va— “Chinguen a su madre los dos, yo me largo” la silla siguió una trayectoria un tanto violenta que terminó en el refrigerador, dejando una abolladura y una marca que duró mucho tiempo, en realidad hasta que lo cambiaron por uno nuevo.

Continuado con el relato vino a mi mente una pequeña historia más, les había dicho que sólo tres eran las más destacables pero recordé este pasaje y lo dejaré a manera de extra, estoy seguro que varios de los que lean esto se identificaran con lo que relataré. Era una noche de verano, mi padre estaba por concluir su tesis de licenciatura, habían sido meses de mucha presión, entre su trabajo, su familia y su escuela, supongo que el estrés estaba a tope, era la hora de dormir y mi madre nos envió a la cama, —Ella era la más estricta para ese ritual, todos los días religiosamente a las 8:30 de la noche, a dormir, sin pero que valiera, a la chingada a dormir y punto!!— Ya en la habitación, mis hermanos traían un desmadrito, un pinche cuchicheo, risas inocentes —Inocentes hasta ese momento— Normalmente yo no tenía sueño e esas horas, pero me daba no más de oír la orden de ir a dormir de mi madre, hasta bostezaba de puro nervio, ya había pasado un rato de que nos habíamos metido a la cama y estos cabrones seguían en su desmadre, ellos dormían juntos, yo en otra cama, ellos seguían en su minifiesta supongo que el ruido ya había hartado a mi papá y creo que no se podía concentrar, normalmente había dos tres avisos de mis viejos en caso de estuviéramos incurriendo en alguna falta; que ya se callen!!, que dejen ahí!!, que ya les dije!!, que me los voy chingar!!, y mil frases persuasivas y combinables entre si, que te hacían entrar en razón de que debías de bajarle de huevos o corrías el riesgo de que el pan se te pintara de amarillo, pero esa noche calurosa no hubo advertencia, y de la nada mi papá entró, ya no emputado sino lo que le sigue!! ilusamente creí que iba a ajusticiar a mis carnales, hasta lo disfrutaba, y es aquí en esta parte que haré una pausa dramática antes del desenlace y me van a entender y hasta se verán reflejados si tienen hermanos menores, porque es muy probable que más de una ves los hayan puteado por culpa de éstos, a veces, muy pocas con razón la gran mayoría estoy seguro ni supieron porque, pero apoco no? terminaron castigados, regañados o madreado por culpa de los menores, —Mi padre tenía una frase hermosa para estos casos, al cuestionar su actitud para conmigo decía “porque eres el mayor y debes poner el ejemplo”—  hubo varias en las que tenía que ceder mis juguetes o cualquier pertenencia sólo porque a mi carnal se le inflamaba tenerlos, y el cabrón sabía que si hacía uno de sus tinglados o miniberrinches lo suficientemente fuerte como para que mi papá lo escuchara era garantía de que lograría quitarme mis pertenencias, fueron varias las que me aplico mi carnalito, en fin, me quedé en que mi papá entró super emputado, y armado con un palo de escoba, y madres!! me acomodó dos escobazos a media rabadilla, al mismo tiempo que pedía nos callamos, y después salió. Mi viejo nunca supo hasta hoy si es que lee esto, que yo si entendía la presión que el tenía esos días, que yo si estaba consciente de que él necesitaba estar concentrado en su proyecto de Tesis, casualmente a mis hermanos les dio un sueño fulminante en el primer palazo que recibí, ni la respiración se les escuchó por algún rato, y obvio no dijeron nada pero nunca es tarde, ojalá reflexionen, confiesen y se formen para que les den el palazo que les correspondía, ya que su hermano mayor sin deberla fue el que le puso el pecho a las balas. Esto me dejó huella, sin ánimo de extenderme y sin que me malinterpreten, yo amo a mis hermanos, son estas anécdotas las que nos unen hoy que somos adultos, sin esas vivencias tal vez no tendríamos mucho en común más que los apellidos, pero a mi me dejan una lección, aunque no tengo más que una hija, tengo sobrinos, y sobrinos e hija juegan y hacen desmadre y un chingo de desmadre, y se pelean, pero tengo una regla, no acepto chismes, no acepto soplones, sus diferencias las solucionen entre ellos, si alguno se le ocurre ir a mariconear conmigo acusando a otro o a los otros, todos son culpables y serán reprendidos, pero no se preocupen hermanitos, son castigos más modernos, como apagar el WiFi o cosas por el estilo.

Esta parte de la historia es la más vergonzosa, sin duda alguna fue la chinga de mi vida, les hice pasar un rato muy desagradable a mis jefes, en especial a mi papá, por si algunos no lo saben, mi padre fue por muchos años profesor de la Secundaria del pueblo, era un personaje muy conocido y respetado, es, lo sigue y seguirá siendo, sin duda el mejor maestro de matemáticas que he conocido. No olvidaré que era una tarde muy agradable, fresca, yo jugaba con mis hermanos, la estábamos pasando bomba, pero algo estaba por romper esa hermosa paz; la aparición repentina del vecino, un señor recio, muy educado pero de carácter fuerte y determinado, era padre estricto y muy exigente de tres chamacas, le tendió la mano a mis padres cuando recién habíamos llegado a vivir a esa parte del pueblo, y cuando uno es nuevo en una calle desolada y casi sin servicios básicos cualquier ayuda es buena, de tal suerte que lo menos que le debía a ese señor era respeto, él se llama Rosario, le decíamos Don Chayo —Obvio no lo sabía, ni lo supo, Era un tipo blanco, alto siempre con gorra, y de complexión robusta, chofer de oficio, transporte pesado para ser exacto, lo mismo conducía trailers que pipas de agua, pues bien esto último fue clave para la desgracia que me cayó ese día, como les decía llegó Don Chayo y me pidió amablemente y con una sonrisa burlona le avisara a mi papá que quería hablarle. Yo ya sabía para qué rayos estaba ahí pero no mi papá, —Ni ustedes, sino hasta ahorita que yo se los cuente En cuanto mi papá puso un pie afuera para atenderlo el vecino lo apartó hacia un extremo del patio, le explico su molestia, obviamente tenía que ver conmigo pues mi papá me veía de repente pero ya con cierto coraje y un chingo de vergüenza con el vecino, yo jamás escuché bien que le dijo, hasta que mi padre me llamó con autoridad y me dijo... a ver venga para acá, pero con los dientes apretados casi sin separarlos, y eso, eso solo significaba que en verdad estaba emputado... lo que le sigue, no me preguntó que pasó? ni mi versión ni nada, en esos días los adultos decidían tu vida y tu destino, teníamos la consigna de respetar por sobre todas las cosas a nuestros mayores, el pensamiento era sencillo, un adulto como Don Rosario no tendría porque inventar nada, así que la orden fue clara y fuerte pídale una disculpa, óóóórale!! las últimas palabras del vecino fueron, "Profe no le vaya a pegar, son chamacos hable con él, dele un buen consejo", a lo que mi papá en su coraje dijo que si, entonces mi papá sacó su máquina de escribir invisible y tomó nota, aún no se perdía de vista el vecino cuando ya traía a mi viejo como sanguijuela sobre mi a puro madrazo, cinturonazo y lo que se pudiera, sí me fue mal, me lo gané reconozco que me lo gané, sin duda fue una de las más salvajes disciplinadas que mis pobres nalguitas han recibido, esa noche dormí con el fundillo caliente de tanto madrazo  —Ahora que lo pienso, tal vez esa es la razón por la que... bah olvídenlo

Pensé mucho cómo iba a platicar este último episodio, es extraño pues para mi esto que aún no saben pero que en breve se los relataré es y será la lección más severa y vergonzosa de la que fui objeto, es curioso pero para el estándar de violencia que les venía describiendo, creo que no debería estar vivo, juzguen ustedes pues...
Era la época de la prepa, soy egresado del tres veces heroico Colegio de Ciencias y Humanidades de Azcapo, —Si su hijo o hija va o pretende entrar a esta H. H. H. institución educativa, absténgase de seguir leyendo, cierre y queme el dispositivo, no importa el plantel, de hecho Azcapo es más leve—  Fue una gran etapa, ahí conocí a banda que hasta la fecha siguen siendo parte importante de mi vida, después de haber estado en una secundaria sin mucho margen para el desmadre, pues siempre y en todo momento estaba vigilado ya sea por mi madre o por mi padre, incluso dos de mis tíos, y que por si fuera poco, ellos: mi papá y mis tíos, los tres me dieron clases y sin contar a todos sus compañeros que les podían comunicar a mis jefes hasta al menor movimiento ilegal que se me pudiera ocurrir antes de siquiera perpetrarlo, así pues el llegar al CCH fue un cambio radical, pase de tener un grillete a tener una motocicleta llamada libertad, al principio me acaté a las reglas, pero el CCH no es para cualquiera, requiere muchas habilidades, una de ellas es la disciplina, vas pocas horas frente a los profesores, en realidad tu tiempo debe dedicarse a la autoformación en la biblioteca e investigando para después discutir y resolver dudas en clases, pero eso no se ve estando ahí y más frente y rodeado de muchos bellos y deliciosos distractores: un billar a dos cuadras, las gorditas de doña pelos pasando la acera, la Lupita un tugurio tenebroso pero vara vara, que se Ubiacaba a la vuelta de la esquina,  unas maquinitas que abrían desde las ocho de la mañana, —Jamás hubiera aprendido todos los fatalities de Mortal Kombat 1, de no ser por este lugar— Todo lo anterior y muchas otras cositas requerían dinerito pero incluso sin varo uno puede perderse por ahí, el parque Tezozomoc esta a espaldas del colegio o en la misma escuela también te podías perder sin pedo, haciendo nada en las hermosas jardineras, en el frontón o en el enorme campo de futbol de pasto árabe, y si de plano nada de lo anterior era suficiente, la casa de uno de mis mejores camaradas estaba a unos pasos de la escuela con todo el libertinaje que puede dar un depa con total ausencia de supervisión adulta. Pero no todo fue desmadre también descubrí muchas cosas de gran beneficio para mi vida, descubrí, que hay música chingona y muchos géneros, hartas disciplinas de arte y de ciencia, descubrí que había mucho por aprender, mucho por hacer, que la UNAM es hermosa y la mejor casa de estudios del mundo, que hay un universo de museos que no los recorrerías en una vida entera y que las opciones para estudiar una carrera profesional son tan diversas que te haces pelotas sólo de intentar elegir una, pero antes de este paso, antes de definir mi futuro en esa época, tuve un tropiezo, un vergonzoso tropiezo, me ganó la haraganería, descuidé muchas materias en especial las matemáticas, cuando vi hacia atrás después de cuatro semestres no tenía aprobadas un chingo, debía mucho más de la mitad, temí por mi integridad, se acercaba el tiempo de elegir carrera, obviamente no tenia forma de elegir ni madres, así que se me ocurrió el más grande y estúpido plan, tenía mucho miedo de comunicar a mis padres mi situación académica y que probablemente me tomaría más tiempo de lo pronosticado terminar el bachillerato, así que sin pensarlo mucho me fugué de casa una madrugada, cómo vil delincuente, sólo dejé una nota con una historia inverosímil, estúpida e irreal, no recuerdo bien lo que escribí, pero puse algo de que los porros me habían amenazado, que me golpearían si me veían de nuevo en la escuela, y le agregué una dosis de dramatismo, disculpas, saludos y besos a mis hermanos, puuuuura pendejada que hasta vergüenza da recodar. En fin, el día que elegí para irme fue un sábado, puse una alarma y a las cuatro de la madrugada me escapé, había estado juntando dinerito para poder moverme, abordé el primer camión que salió del pueblo y me fui al lugar menos pensado, en donde nunca me buscarían, todo pendejo me fui a casa de mis abuelos, más que un fugitivo y un héroe para mis hermanos, resulte un llamalatención para toda la familia y la burla de mis carnales. Llegué muy temprano a casa de los abuelos, mi primer acción como ser humano libre e independiente fue buscar apoyo en mis primos, y aún con mi falsa historia de amenazas como bandera no logré mucho, enseguida me ubicaron las ideas y avisaron a mis padres que ooooooooovbiamente ya sabían donde estaba, aun cuando dejé como post data en la carta un dramático, no se a donde me lleve el destino así que no me busquen, mi madre no estaba sentida... lo que le sigue, el verdadero drama lo protagonizó ella, estando al teléfono, sólo decía que si ya había decidido irme y mandarlos a la chingada, que estaba bien, que si para mi ellos valían pura madre que estaba bien, y otras cositas más creo que si la hice sentir muy mal. Por un momento fui muy apapachado por mi familia, hubo quienes pensaron que había otros motivos más perversos o malsanos que me habían orillado a hacer lo que hice, la realidad era mucho más sencilla, el adeudo de muchas materias y la presión de decirlo fue el único motor que me movió para hacer lo que hice, pasé ese sábado con algo de zozobra, amargura y desesperación, no sabía que me esperaba, mi madre estaba decepcionada enserio y de mi padre no tenía idea que estaba pensando o que estaba planeando para conmigo, esa noche no dormí nada bien y al día siguiente muy temprano, ellos con mis hermanos estaban ahí, aún cuando tenía el paro de mis abuelos, de mis primos y algunas tías, estaba con toda la vergüenza del mundo frente a frente con mi papá, yo merecía un fuerte castigo, unos putazos, por llamalantención y cobarde y por haberles hecho pasar un mal rato, pero lo que recibí fue mucho más cruel y hasta la fecha no lo olvido, recibí palabras y consejos, recibí comprensión, el día que creí no iba a sobrevivir, mi padre me hizo ver que la vida no se acaba por haber tomado malas decisiones, conocí a un hombre sensato comprensivo y con mucha inteligencia emocional, que me oriento y sin gritos a buscar soluciones, —Ojalá aquel día en que le menté la madre al vecino y que además le pinté cremas junto con mis compañeritos de la primaria como vil borrego, mientras el pobre hombre hacia una entrega con su pipa de agua, mi papá hubiera actuado igual— Y las encontré, encontré oportunidades y muchas opciones que me permitieron, no sólo terminar el CCH en tiempo y forma, sino también elegir carrera y ser aceptado en la Facultad para estudiar Diseño. 

Desde ese día cambió para bien la relación con mi padre, me ubicó en mi realidad, descubrí junto con él mi perfil, y mis aptitudes y me dirigió para encontrar mi profesión, y así mi camino, el día en que ameritaba una chinga, no me la dio, el día en necesitaba una cachetada, cómo las dan los hombres,  así, igual como Archy se la da con fuerza y maña a Dandy, con el dorso de la mano en la película RocknRolla, así ameritaba una, en cambio en lugar de golpes encontré a mi papá, el único hombre al que amo. 

Y sin saberlo ni él ni yo, mi papá no sólo me enseñó matemáticas u ortografía o lo que sea, también me enseñó a ser padre, a no ser como él pero al mismo tiempo a tratar de imitarlo, es complejo porque los hijos somos seres ingratos y parece que nada nos tiene contentos y siempre tenemos una maldita razón para quejarnos, que si mis padres hicieron o no hicieron, o que no me dieron o que me dieron de más, al final eso no se puede cambiar y más bien parece pretexto para culparlos de nuestro presente, cuando no debiera importarnos sino más bien enfocarnos en ser mejores cada día. Hoy trato de ser el mejor padre que la Valentina pudiera desear, al final se que si quiere siempre tendrá algo de que pinches quejarse, espero que si un día lee esto, sepa que siempre actué con el corazón tratando de darle lo mejor de mi.




martes, 2 de mayo de 2017

Apuestas de corazón

De pequeño me enseñaron a querer ser mayor,
de mayor voy a aprender a ser pequeño
 y así cuando cometa otra vez el mismo error,
quizás no me lo tengas tan en cuenta.

Te tengo una sorpresa Vale, un pequeño regalo por ser día del niño, puedes escoger entre ir a Recórcholis o un juguete.
— Recórcholis, Recórcholis!!
Va, vamos!! enseguida había 200 pesos a la tarjeta, cien aportó su mamá y cien yo, más cincuenta de regalo y unas palomitas, a darle, carreras de autos, balazos, destreza, balazos, un tatuaje, más balazos, chingo de tickets para canjear y más... o sea la pasamos bomba!!
Lo logramos y tan tan, festejamos chingón su día!! 

Diez pasos después de la salida. — oye papá, y el regalo que me ibas a comprar?
— oye, oye, venimos de los videojuegos, ese fue tu regalo no me chingues, tú no tienes llenadera morra!!
— Pues tú dijiste, — con carita triste y medio manipuladora—
No es un secreto que me gana con esos gestos, sabe cómo me trae, pero esta vez pensé en hacer un juego de apuesta, si gano no te compro nada, por el contrario te compro un juguete.

El juego era de miradas, quien juntara los párpados primero, pues perdía, yo me sentí muy seguro, sabía que ganaría, pero me equivoqué en la estrategia, mantuve cerrados los ojos hasta que iniciara el juego, así frente a frente nariz con nariz comenzó la cuenta, en el tres los abrí, y ahí entendí que la había regado, al instante me estaban ardiendo y la lagrimita traicionera amenazaba, dure un buen tiempo pero mi chamaca se fajó y aunque le temblaba la mirada no se rajó y los tuve que cerrar porque ya me estaban ardiendo y sentía como si trajera arena, ganó y festejó como nunca, fue legal, no la dejé ganar hace un buen tiempo que aprendí que eso está mal. 
Una fábrica de cupcakes de masita moldeable no tóxica fue la prenda que se pagó. 

Feliz día de la niña, 

Siendo niña, siendo mujer estás en desventaja, eres vulnerable quisiera mentir y decir que en este mundo cuando sea tu tiempo de andar sola podrás hacerlo con plena libertad, busco ser tu guía más que tu sombra para que cuando llegue tu tiempo de volar confíes en ti, te quiero fuerte, te quiero segura y con la autoestima suficiente para romper madres, te quiero feliz siempre feliz.



sábado, 21 de enero de 2017

Uno no escoge a sus parientes

Dicen que los primos son los primeros y verdaderos amigos que uno tiene y es verdad yo tuve a los mejores, hubo unos que frecuenté poco, otros a los que les exprimí aventuras y chingo de alegrías y también compartí penas —sobre todo de amor— , unos cuantos más que durante un tiempo hasta vivieron en mi casa.

Por alguna razón antropológica, cultural, tradicional  —es más creo que está en la constitución—  uno siempre se vuelca hacía la familia materna, —excepto la familia de mi hermano, ellos son extranjeros, creo que son de Neza— las navidades se festejan en casa de la abuela materna, si hay pedo se corre a casa de la abuela materna, si hay algo que celebrar, también se jala con la abuela materna, si hay algo que partir pues igual con los abuelos maternos, la frecuencia de visita es mayor en comparación con la parte del padre, y no es cuestión de que sean mejores es una cuestión que desconozco, repito creo que hasta en la constitución viene estipulado. Yo siempre he presumido que me toco la mejor de las suertes con la familia de mi padre, es la gente más neta, más leal y solidaria que conozco, y los primos que ahí encontré me enseñaron el valor de tener una familia, de respetarla y de arremangarse cuando se necesita ayudar hasta par la mínima cosa.

Sin embargo la vida o la constitución o más bien lo atercada que es mi madre, hicieron que me relacionara más con los salvajes de sus sobrinos,y para que eso pasara mis abuelos se encargaron de armar un desmadre chingón y es que sólo echen cuentas; tengo siete tías y dos tíos —unos más que fallecieron de bebés el tío Ramón y las Gemelas, que si no, quién sabe cuantos más— ; en promedio cada uno procreó 3.5 hijos —si así es, y es por eso que tengo unas cuantas primas muy chaparritas— si bien no nacimos todos al mismo tiempo, hay un punto en que la edad de la punzada entra con madre en la generación, y así pasó con nosotros, yo me acomodé muy chingón con los Velázquez, desde el más grandote hasta el más pequeño —cuenta la leyenda que este vato es un guerrero, que cuando llegó a este mundo, en verdad no lo esperaban pero el es un semi Dios pues al nacer lo primero que hizo fue entregarle a su mamá el DIU que traía en la mano izquierda y lo hizo en señal de ofrenda y como testimonio de que libraría cualquier obstáculo que se le atravesara—  Y  aunque las Mendoza, las Cruz y las Soto también tienen lo suyo, porque siempre me han procurado hasta la fecha, pues son niñas, lo cavernícola gana y fueron los Velazquez los que me encaminaron y guiaron por hacia un mundo hasta entonces desconocido, para bien o para mal fueron como los hermanos mayores que nunca tuve, seguro estoy que los primeros restos de bebidas alcohólicas que me empiné  —vasos con restos de cubas hechas con Pepsi y brandy Don Pedro, son los años ochenta, es lo que se acostumbraba— fueron de la mano de ellos, mientras jugábamos escondidas, correteadas o lo que chingados se nos viniera en gana, de ellos descubrí que esas botellas de chupe, escondían una canica o una pirinola, y que la obtenías estrellando con fuerza dicho frasco en la banqueta, también fueron ellos los que me demostraron con hechos que los Reyes Magos no existen, cuando el moreno me llevó al ropero de su mamá y expuso el manubrio de un triciclo apache que mis tíos con poca pericia habían sepultado entre sus prendas. Hubo un breve tiempo en que la mayoría de mis primos por no decir que todos coincidimos a la hora de jugar y hacer desmadres y me tocó vivirlo y se que aunque mis primas las Mendoza ya andaban besuqueandose y a dos de fugarse de su casa, aún las pude disfrutar en un zapatito blanco zapatito azul —y aquí me detuve porque mis propias palabras me hicieron perder la calma y las lágrimas me impidieron ver y concentrarme—

También fue de la mano de algún Velázquez o de varios que vi mi primer revista pornográfica, a POLO-POLO lo conocí por el mayor de ellos, mi primer viaje fueras de la ciudad fue con el mediano y es que esta sub raza de primos en sus mejores días fueron una suerte de desmadre incontrolable, por si solos tienen mil aventuras increíbles que van desde lo más dramático hasta lo más hilarante, pasando por corretizas, madrizas a media calle, aventuras amorosas y un sin fin de etcéteras con todos los matices que gusten, — si conocen la serie de TV de los 90’s Malcolm el de en medio, pues son ellos— Recuerdo una muy chingona, la tía Fabi, su madre, los envío a mi casa para que mi papá les diera una suerte de curso de verano, en esas andaban, aprendiendo y repasando las tablas y las operaciones básicas cuando pidieron un descanso y aprovechando el lugar —yo era el primo que vivía en el campo, el pariente rural de pueblo, la casa de mis padres estuvo sola en un terreno muy grande y así duro años antes de que llegara el primer vecino—  corrieron y jugaron por el campo como Heidi sólo que sin montañas ni cabras pero si con una resortera al cuello cada uno, todo iba en juegos y correr pero como ya dije, estos cabrones son unos salvajes y en un segundo después de hacerle "bolita" al moreno entre sus hermanos él tenía el mango de una resortera ensartado en la garganta haciéndole cosquillas por dentro y creo que también le hizo pomada las anginas, lo bueno que mi papá es muy calmado y posee una inteligencia emocional super dotada y pudo controlar la situación salvando a mi primo de morir ahogado con su sangre.

Alguna vez los Bolaños vivieron en casa, al igual el el Badillo mayor, incluso una de las Mendoza también paso tiempo bajo el mandato de mi mamá y sí con los primeros me madree y me pelee también me divertí mucho, me la pasé chido cada uno en su tiempo, con el Badillo mi mamá nos atoró con una revista Play Boy en mano y nos puso parejos, bueno más a el porque es mayor y me andaba sonsacando, el Bolaños mayor y yo nos pusimos unas pedotas y también casi perdemos la cordura por una güera pero no pasó nada, y también nos atoró mi mamá, — no es que hayamos sido muy brutos, más bien mi madre tiene un sexto sentido, un súper poder y contra eso hay poco que hacer—  en el tiempo que todos y cada uno pasaron en mi casa espero que hayan encontrado eso que sea qua anduvieran buscando, gracias por haber enriquecido mis días y mis noches.


Me llevaría una vida hablar de todas las aventuras con ellos, pero muchas me las quedo para mi y mis recuerdos. De esa generación hermosa de mis primos la mayoría ya son padres hay algunos que ya son abuelos, y también tristemente unos ya no están, otros se apartaron a otros nos los apartaron, pero por siempre seremos primos aunque sea en el corazón; al menos en el mío, y si les falta los invito a pasar por ahí, ahí siempre habrá espacio para todos.

Cuando yo me muera, a los tres días se los lleva la chingada...

Despertaba y sabía que estaba en casa pidiendo café caliente, he conocido pocos que lo toman así, o más bien que lo pueden beber hirviendo como él, sus visitas eran casi de madrugada su voz ronca era algo que me encantaba escuchar, tenía buena platica y unas historias increíbles, un señor grande y fuerte, se imponía donde fuera, enojón y peleonero con mi abuela, discutían por todo pero se amaban como nadie. Era de su casa acostumbrado a no dormir fuera de ella, así como llegaba en poco rato se impacientaba y se iba sin tanto drama, su palabra favorita y mía también... la chingada, para todo y para todos sin discriminación. 

Tengo mil frases , tengo mil historias de él, pero hay una en especial que quiero contar, hace algunos años poco más de veinte, por alguna razón que no recuerdo con claridad mi madre y yo estábamos de camino a casa de mis abuelos, en el microbús que nos tocó abordar coincidimos con un tío político, lo recuerdo como un tipo abusivo, enfadoso, ventajoso en pocas palabras un personaje detestable, por más que mi madre lo quería evitar el la abordó con un saludo cordial y una plática tranquila, poco a poco las diferencias entre ambos se hicieron menos controlables, el tipo decía que toda la familia de mi mamá eran unos pendejos, eso me incluía a mi y no me hizo gracia pero lo que terminó por encender a mi Ceci, fue que el muy pocos huevos dijo que mi abuelo era un pendejo, y que se lo comía en un taco, tremendo pedazo de estiércol, él pretendía vender la casa de mi tía su pareja sentimental, con las ganancias comprarse un auto, unas chivas e irse a vivir con ella a no se que cerro para que las pastara mientras él se paseaba, ese fue el tema y la razón por la que aquella noche en medio de aquel incómodo microbús mi mamá a mentadas de madre le hacía ver que no permitiría esa chingadera...
Llegamos, después de un largo e incómodo trayecto, por fin llegamos, nos bajamos y el tipo nunca dejo de repetir que todos éramos unos pendejos y que se comía a mi abuelo y mis tíos en un taco. Hasta ese entonces nunca había visto a mi mamá tan alterada y tan enojada por algo o por alguien, y ese mismo coraje se lo hizo sentir a mi abuelo mientras le platicaba lo que había pasado, estaba tan encabronado que sacó una botella de tequila vertió en un vaso de veladora un pegue chingón y de un trago lo desapareció, tomó una varilla la enderezó y le pidió a un primo que lo acompañara... recuerdo que se perdieron en la oscuridad de la calle y antes de eso él sólo dijo "o vera ese hijo de la chingada" me hubiera gustado ver la cara del tío Adrián, pero no me lo permitió mi mamá, pero seguro estoy que lo único que se comió en el taco fue una ensalada de putazos.

Te fuiste cuando quisiste y en paz, ninguna enfermedad te derribó, fumaste desde que tenías once años y lo dejaste cuarenta después, ni cáncer ni enfisema, ni nada de eso, simplemente... ya estabas cansado.


Dónde quiera que estés, descansa en paz viejito hermoso... cuando veas a mi abuela, y después de besarla y echarte un round con ella dile que la amo y dale un beso.

Corre que te alcanzo

Esto que te contaré, pasó hace algunos meses, a nadie se lo he platicado, hoy puede ser gracioso pero en ese momento sufrí cómo no te imaginas, vamos al grano, era un lunes 450 am desperté y me alisté para ir a un día más, primero al ejercicio después al trabajo sólo que antes de todo eso hay que caminar un buen tramo, y antes de caminar me tengo que preparar y asear y muchas cosas el hecho es que en este ir y venir sentí una molestia en el estómago, un malestar de algo que hubiera comido y que no cayó bien. Pero no le di mucha importancia, terminé mis preparativos y me salí, de nuevo el malestar se hizo presente, y de nuevo lo ignoré, sin saber que lo pagaría caro, muy caro.

El malestar se puso más rudo estaba a la mitad del camino justo entre mi casa y el baño más cercano que es de una gasolinera, un volado decidió mi suerte y seguí hacía la gasolinera, el plan en mi cabeza era sencillo, llegar ubicar el baño y pagar lo que fuera necesario, así lo hice, no sin antes dejar mi ateísmo a media calle ya que poco antes de mi destino sentí que no llegaba y recé hipócritamente lo que pude, al ver la luz de los baños hubo una paz, paz que duró muy poco porque en mi plan no contemplé una variable, había una mujer haciendo limpieza del lugar, PUM esa muerte chiquita acompañada de sudor helado que recorre la espalda desde la nuca hasta donde se deja de llamar espalda se apoderó de mi.

Delante mío una mujer de pocas palabras, con una negativa rotunda, una honestidad intachable que resistió a mi billete de veinte pesitos y en actitud molesta y en defensa atravesó en el marco de la puerta escoba y jalador en forma de equis, y ofendida exclamó... regresa en media hora, si quieres. Yo no tenia media hora es más sentía que no tenía ni cinco segundos más, una especie de baile desesperado y retrasado me delataban, el sudor en mi frente acompañaba el cuadro patético, -que traumas tendría aquella mujer que se ensañó conmigo, cómo es un poco de poder puede envilecer a alguien al grado de verte sufrir y no sentir nada- en fin que en verdad nada cambió su determinada decisión de no tirar paro. Me volví vulnerable y algo torpe, teniendo a mis disposición mil adjetivos y groserías para desquitarme aunque sea un poco, sólo atiné a decir de manera tibia y creo que con voz entrecortada un simple y gris "ojalá nunca le pase" al mismo tiempo que me daba la vuelta y la castigaba con mi indiferencia.
Si se lo preguntan, logre encontrar otro baño, de alguna manera el malestar se pudo contener y me dio tiempo suficiente para llegar a donde tenia que llegar y hacer lo que tenía que hacer...

Ojalá nunca les pase...

¿Qué vamos a tomar?

Malibú, con jugo de piña y mucho hielo, sugirió Nan, la mejor idea para terminar una jornada eterna de trabajos de la Universidad, aspirantes a diseñadores gráficos, no recuerdo la materia ni la tarea a la postre es tan irrelevante para lo que quiero contar que basta con decir que nos dejaban un chingo de trabajos y la mayoría se debían hacer en equipo.
Casi las 10 de la noche, habíamos estado trabajado en la casa de alguien en Ecatepec, al terminar partimos a la Casa de Nan, su papá fue por nosotros en un VW Golf, de color plata, un auto muy eficiente y súper cuidado, éramos bastantes, pero como era costumbre en esos días cupimos encimados, algo incomodos pero con cierta alegría que en esos casos hace los viajes muy amenos por muy largos que pudieran ser, recuerdo que pasamos por un lugar algo tétrico, una especie de entronque hacia la autopista que lleva a Pachuca, al instante Edgar nos mencionó que ese lugar había sido la locación de la película de amores perros, en la escena donde desvalijan los autos, aún estaba de moda esa cinta así que no había mucho que explicar, lo asimilamos muy bien, llegamos rápido a Ojo de Agua, cuna de nuestra amiga Nan y en cuestión de segundos después de haber aceptado la sugerencia del Ron Malibú, que beberíamos en aquella reunión improvisada –No se si les ocurra que lo improvisado resulta mucho más placentero e inolvidable que lo planeado, al menos a mi así me pasa muy a menudo– ya teníamos la coperacha y salimos a la calle Nan y yo, buscando qué creen? Pues un Oxxo que más? sólo caminamos un par de cuadras de su casa, hablamos poco, tal vez de la tarea y pendientes, un poco de nosotros y lo bien que nos sentíamos aquella noche, para cuanta plática pueden alcanzar un par de cuadras, fuimos y regresamos rápido, una bolsa de hielos, Malibú y jugos de piña, –Es tan delicioso el ron ese, pero tiene un poder sobre mi, y no se si es el extracto natural de coco o sus 18 grados de alcohol o que viene del caribe, o todo pinches junto, no lo sé lo único que sé es que tiene la gracia de regrésame a ese día así que sólo lo he bebido un par de veces más, prefiero no inundarme de melancolía– pagamos y enseguida lo estábamos disfrutando.

El tiempo se detuvo esa noche, fue algo místico, el tiempo no se detiene así tan a menudo nomás por nada, el final del semestre estaba muy cerca, y con el pues el final de nuestro paso por la universidad, ese grupo ya no estaría otra vez junto, al menos no de esa manera, sólo nosotros sólo los de siempre, creo que lo sabíamos y fue así que desde el fondo de dónde sea que alojen las emociones y el amor por los amigos que uno a uno soltó lo que sentía no quiero pensar en que aquello fue una despedida pero las palabras expresadas por cada uno nos hacían llorar al resto, y así en cada turno, confesiones, netas, halagos , bromas, recuerdos, de todo un poco, Griss fue más allá, dijo cosas que aún guardo muy bien, Mocre lo hizo breve pero muy emotivo, Mag muy directa, Saner concreto y con mucho sentimiento, nuestra anfitriona Mookiena a pesar de siempre mostrar una cierta barrera emocional dijo verdades al alma de cada uno, yo no se que rayos expresé. Yo los amo y los recuerdo con mucho cariño y hoy que me serví un delicioso trago de Malibú con jugo de piña y muchos hielos y con la incertidumbre de no saber que resultaría de este viaje a los viejos rincones de mi memoria después de dar del primer sorbo me di cuenta que los extraño y que los sigo queriendo tal vez un poco más.


Como siempre... en los mejores momentos no una hubo foto, esa se tomó con la memoria, esto es lo más parecido a lo que éramos en aquellos días.

Hoy sólo quiero reír... si se pude claro

No hay otro lugar más adecuado para este tipo de acontecimientos que el transporte público, siempre es hermoso lo que te puede dejar el andar de autobús en autobús, o de vagoneta en vagoneta como es el caso hoy.

Inicié el día con un chingo de ganas y buena vibra para ir a hacer ejercicio, en mi mente sólo estaba lo que realizara al llegar al gimnasio que si diez series de esto, veinte de lo otro, mil abdominales, unos quince kilómetros corriendo, y un baño con agua fría para llegar con harta pila a trabajar, debo mantener la mente ocupada en el pinche tráfico tan lento de esta ciudad, es increíble que a las 5:40 de la madrugada ya esté tan saturado el periférico.

6:22 am. más menos, pedí al amable conductor que se detuviera en la Fuente de Petróleos, justo en avenida Reforma, pague y esperé el alto total para poder bajar, enseguida inicie la titánica aventura de intentar escapar de esa lata de sardinas humanas — ¿Cómo pinches madres cabemos tantos en un espacio tan reducido?, pero esa es otra historia— en medio segundo que titubee si llevaba todas mis pertenencias, justo estaba en el borde de la salida, — y es que recién perdí mi cartera y ando medio ciscado que reviso mil veces, que este todo en su lugar — pues bastó ese espacio de tiempo tan breve tan pequeño para que el conductor diera un jalón al lazo desgastado que está atado a un extremo de la portezuela y ésta corriera rápida y violentamente al mismo tiempo que ponía mi pie derecho en el piso, lo siguiente que sucedió es que mi short quedó atorado en el cerrojo y quedé en harapos a media avenida, mi prenda se desgarró por completo, y ahí me vi en bóxers, y con una vergüenza tan grande que sólo pude caminar y caminar sin voltear atrás, seguro les hice la mañana a los malhumorados pasajeros de aquella vieja camioneta.

No pude más que reír y decretar que sería el inicio de un día increíble, y es que lo que relaté es tan inverosímil que no queda mas que dejarse caer en manos de tan hilarante situación, todo esto mientras ataba los pedazos de tela y eso sólo para no sentir el chiflón tan directo en los kiwis!!

las miradas de la gente francamente me valían tres hectáreas de lo que gusten.

Diciembre me gustó... Pa' que te vallas…

Hace unos pocos años se fue una de las personitas más hermosas que pude haber conocido; me cuesta demasiado escribir de esto. Es una historia difícil de recordar y de transmitir, es la razón del por qué las navidades y yo no tenemos una relación cordial, siendo que en el pasado era por mucho mi época favorita del año. Esa personita hermosa fue, en vida, mi abuela; uno no escoge a sus familiares, se dice por ahí y qué bueno, de no ser así, quién sabe cómo me hubiera ido. Desde siempre le doy gracias al destino, a Dios y a la vida por haberla puesto en mi camino.

Solía pasar algunas vacaciones con ella; en diciembre era la más esperada. Su familia es numerosa y hubo una época donde era obligado estar en la noche de Navidad en su casa, y durante mucho tiempo fue así. Una reunión que comenzaba desde que ella organizaba las posadas en la cuadra era emocionante; cada una de las nueve noches recorrer la calle principal con una velita encendida y cantando para pedir posada y que nos dieran los aguinaldos con un tamal y atole. Incluso no faltaba la niña con las greñas chamuscadas, ya fuera a propósito o por accidente.

El mero día de la Nochebuena, comenzaba con los preparativos, con las compras de último momento y lo más importante para ella: el hecho de ver poco a poco cómo se reunía su numerosa familia a medida que se acercaba la noche. De qué hablaban los adultos que pasaba entre ellos no lo recuerdo. Recuerdo una fiesta interminable, risas, cubas para brindar y platicar. Eran finales de los años ochenta; el Bacardí, Don Pedro y Presidente, eran los reyes de todas las fiestas y reuniones, junto con la Pepsi de vidrio. Obviamente, la Navidad no era excepción. Así se divertían los adultos en esa casa donde sólo había dos cuartos que para mí resultaban enormes, eran las recámaras. Una cocina interminable de un olor muy peculiar, olor a hogar, olor a… a la casa de los abuelos; no hay ni habrá otro. Un patio irregular, un baño, una nopalera que parecía una especie de bosque tenebroso, un claro de cemento que hacía las veces de garaje, de taller mecánico e incluso de matadero de marranos para dar de comer en las fiestas.

Pero en realidad, era el techo de la cisterna, que años más adelante cobró una factura muy cara al arrebatarnos a un primo en sus aguas. Al fondo justo estaban los chiqueros de donde salían los cerdos citados, mismos que el abuelo crió durante algunos años; eran muy ruidosos. Ese es el hogar que recuerdo, donde pasé las mejores noches y días de mi vida. Qué se cenaba no recuerdo cuál era el menú. No era importante; de hecho, estoy seguro de que al menos yo no comía. Eran más mis ganas de jugar y correr por todos los rincones, cuidarnos de que los adultos no nos cacharan al desocupar los vasos de las cubas abandonadas, o escondernos hasta en el ropero de la abuela al jugar “escondidillas” o a “las traes”. Parecía que nada de esto la hacía enojar y créanme éramos un chingo de escuincles haciendo de esa noche en especial nuestra noche. Haciendo explotar cuetes, gritando, jugando, peleando, rompiendo las botellas vacías de brandy Don Pedro para encontrar una canica o una especie de pirinola transparente. Todos con un código no escrito de seguir a los primos más grandes, sin cuestionar. Quisiera recordar cuántas veces participé en un “zapatito blanco – zapatito azul” o cuántas balas tenía el mentado avión japonés, pero afortunadamente no es así, fueron un chingo.

Eran los días fríos de diciembre en Huixquilucan; había de todo en las cenas de Navidad. Casi estoy seguro de que en una noche de Navidad una prima intentó fugarse con el novio. Si no mal recuerdo, ella tenía 15 años y él casi le doblaba la edad, y ese era el problema; yo era muy chico. La verdad es un recuerdo forzado, pero de que se armó un desmadre se armó. Poco a poco las cosas fueron cambiando; mi familia de por sí grande se hizo más grande, los primos en edad casadera, los líderes fueron haciendo sus propias familias. La misma casa no se salvó de este crecimiento que obligó a tumbar los chiqueros y a hacer ajustes en la arquitectura improvisada para soportar que todos los que habitaban ahí estuvieran mejor.

Cuando esto sucedió, ahora sí recuerdo lo que cenábamos en la Nochebuena: un rico pozole con cabeza. También había pollos y ensalada rusa —que ni es ensalada ni rusa menos, pero eso es otra historia—. Lo que sí recuerdo y extraño demasiado son los buñuelos; mi abuela los hacía como nadie. Desde preparar la masa, estirar grandes tortillas en una mesa, instalar un fogón improvisado con carbón en una carretilla y freír uno por uno esos discos para formar los buñuelos y culminar con una abundante espolvoreada de azúcar. Pero eso no era todo; al final y de la nada, y tampoco sé cómo ni en qué momento lo hacía, ya tenía preparada una miel de color negro hecha a base de piloncillo, hojas de olor y guayaba, que ponía a calentar en una sartén y enseguida ponía los buñuelos hechos pedazos a remojar. Ese plato no tiene madre —bueno, sí ella—, pero lo que quiero expresar es que el sabor y lo que transmitía en cada bocado, aunque me quemara el “hocito”, sic. Jamás lo voy a encontrar. Mis primas medio le quieren hacer competencia, pero sólo ella sabía el ingrediente secreto: el amor y el corazón con el que preparaba todo esto. No por nada le creció tanto, literalmente, y eso fue lo que la puso tantas veces al borde de la tumba.

En fin, lo inesperado le pasó una Navidad. Su familia ya de por sí grande y desbordada se hizo más grande, y esa noche pues se organizaron otras cenas; ya no llegaron todos como había sido la costumbre. El problema es que nadie le avisó; ella hizo su pozole y sus buñuelos, y solo unos cuantos estuvimos ahí. Recuerdo muy bien ese día porque la emoción de una fiesta y siendo ya no tan niño me llevó a dejar la casa de la abuela e irme pronto con una tía que prometía una gran fiesta con música y buen desmadre. Hasta ese momento uno desprecia la compañía e incluso los sentimientos de las personas que uno más ama; no imaginé que entrada la noche mi abuela llegara a donde la mentada fiesta se estaba dando. Me tocó verla llegar, escuché que tocó lenta y pausada pero fuerte; la música era escandalosa así que se tenía que hacer escuchar. Alguien le abrió, no sé quién y tampoco me importa. Lo siguiente me dejó helado y hasta hoy es un recuerdo que no me deja en paz por la culpa; ella lloraba, pero no derrotada, ni triste, tampoco deprimida; eran lágrimas gruesas de una mujer fuerte pero desilusionada, decepcionada.

Y así, con su calma y su paz pero fuerte y con la voz entrecortada, dijo: todos los años van a la casa, ¿ahora por qué no? Los estuve esperando, tengo mi pozole hecho. No recuerdo qué pasó después; solo un abrazo de alguien, el apapacho y una explicación a medias y tan forzada que no la convenció para nada. Ya nada fue igual los años siguientes; más nuevas familias, nuevos integrantes, más cenas dispersas y lo natural en estos casos o al menos en mi familia, pedos, muchos pedos, pleitos y peleas. Nunca olvidé el mal trago que le hice pasar a la abuela; sé por ella misma que si le pegó en el alma. Al final se repuso, con una inteligencia emocional que le envidié siempre; lo pudo entender y aceptar mejor que cualquiera.

Varios años después, un diciembre, para no variar y también después de muchos sustos ya que mi abuela padeció y sufrió demasiados males, una enfermedad respiratoria llamada EPOC, que le dejó los pulmones como pasitas, la sangre espesa, el corazón enorme que le abarcaba más de la mitad del pecho por el esfuerzo de no bombear con efectividad, entre muchas cositas más, y condenada a vivir conectada a un generador de oxígeno. A mi amada abuela le tocó estar internada desde unas semanas antes de Navidad; parecía que la dejarían salir justo para Navidad, o al menos era el deseo de todos los que la amábamos, pero no fue así.

El 24 de diciembre se aproximaba y yo me invadía de nuevo por ese sentimiento de culpa de la noche en que llegó a buscar explicaciones. Es un día y una noche difíciles; es complicado a quién le gusta estar en un hospital y menos esa fecha, pero yo pensé que se la debía y digamos que para ese entonces la Navidad ya no tenía los mismos efectos de pasión y gusto que alguna vez me provocó. Así que decidí estar con ella; decidí ser el responsable para quedarme a la guardia que por la gravedad de sus males y por el hospital era obligatorio que al menos un familiar se quedara en la incómoda y fría sala de espera.

Así estuve puntual; una tía pasó un largo rato conmigo, después me quedé solo y pasé a la última visita del día, y sin saber, también sería la última vez que la vería viva y hermosa como siempre. Porque cuando la volví a ver, ya no era mi vieja; ya era otra en una caja y con un cristal que la separaba de mí. En esa última cita hablé, platiqué, recé, la besé; ella ya no pudo decir nada, aunque lo intentó, sólo que los tubos que la mantenían con vida no se lo permitieron. La sentí fuerte; la sentí con una mejoría que me hizo creer que saldría nuevamente de esa prueba. Pero dicen que cuando alguien va a morir estando grave o muy enfermo, de alguna manera lo sabe y está en paz y se aprecia como si fuera a mejorar. Y yo así la vi esa noche, esa noche de Navidad que de alguna manera le debía y que volvía a pasar junto a ella como cuando niño; y así me fui de su cama con la idea de que pronto estaría en su casa. Una noche después, murió.