sábado, 21 de enero de 2017

Hoy sólo quiero reír... si se pude claro

No hay otro lugar más adecuado para este tipo de acontecimientos que el transporte público, siempre es hermoso lo que te puede dejar el andar de autobús en autobús, o de vagoneta en vagoneta como es el caso hoy.

Inicié el día con un chingo de ganas y buena vibra para ir a hacer ejercicio, en mi mente sólo estaba lo que realizara al llegar al gimnasio que si diez series de esto, veinte de lo otro, mil abdominales, unos quince kilómetros corriendo, y un baño con agua fría para llegar con harta pila a trabajar, debo mantener la mente ocupada en el pinche tráfico tan lento de esta ciudad, es increíble que a las 5:40 de la madrugada ya esté tan saturado el periférico.

6:22 am. más menos, pedí al amable conductor que se detuviera en la Fuente de Petróleos, justo en avenida Reforma, pague y esperé el alto total para poder bajar, enseguida inicie la titánica aventura de intentar escapar de esa lata de sardinas humanas — ¿Cómo pinches madres cabemos tantos en un espacio tan reducido?, pero esa es otra historia— en medio segundo que titubee si llevaba todas mis pertenencias, justo estaba en el borde de la salida, — y es que recién perdí mi cartera y ando medio ciscado que reviso mil veces, que este todo en su lugar — pues bastó ese espacio de tiempo tan breve tan pequeño para que el conductor diera un jalón al lazo desgastado que está atado a un extremo de la portezuela y ésta corriera rápida y violentamente al mismo tiempo que ponía mi pie derecho en el piso, lo siguiente que sucedió es que mi short quedó atorado en el cerrojo y quedé en harapos a media avenida, mi prenda se desgarró por completo, y ahí me vi en bóxers, y con una vergüenza tan grande que sólo pude caminar y caminar sin voltear atrás, seguro les hice la mañana a los malhumorados pasajeros de aquella vieja camioneta.

No pude más que reír y decretar que sería el inicio de un día increíble, y es que lo que relaté es tan inverosímil que no queda mas que dejarse caer en manos de tan hilarante situación, todo esto mientras ataba los pedazos de tela y eso sólo para no sentir el chiflón tan directo en los kiwis!!

las miradas de la gente francamente me valían tres hectáreas de lo que gusten.

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