sábado, 21 de enero de 2017

¿Qué vamos a tomar?

Malibú, con jugo de piña y mucho hielo, sugirió Nan, la mejor idea para terminar una jornada eterna de trabajos de la Universidad, aspirantes a diseñadores gráficos, no recuerdo la materia ni la tarea a la postre es tan irrelevante para lo que quiero contar que basta con decir que nos dejaban un chingo de trabajos y la mayoría se debían hacer en equipo.
Casi las 10 de la noche, habíamos estado trabajado en la casa de alguien en Ecatepec, al terminar partimos a la Casa de Nan, su papá fue por nosotros en un VW Golf, de color plata, un auto muy eficiente y súper cuidado, éramos bastantes, pero como era costumbre en esos días cupimos encimados, algo incomodos pero con cierta alegría que en esos casos hace los viajes muy amenos por muy largos que pudieran ser, recuerdo que pasamos por un lugar algo tétrico, una especie de entronque hacia la autopista que lleva a Pachuca, al instante Edgar nos mencionó que ese lugar había sido la locación de la película de amores perros, en la escena donde desvalijan los autos, aún estaba de moda esa cinta así que no había mucho que explicar, lo asimilamos muy bien, llegamos rápido a Ojo de Agua, cuna de nuestra amiga Nan y en cuestión de segundos después de haber aceptado la sugerencia del Ron Malibú, que beberíamos en aquella reunión improvisada –No se si les ocurra que lo improvisado resulta mucho más placentero e inolvidable que lo planeado, al menos a mi así me pasa muy a menudo– ya teníamos la coperacha y salimos a la calle Nan y yo, buscando qué creen? Pues un Oxxo que más? sólo caminamos un par de cuadras de su casa, hablamos poco, tal vez de la tarea y pendientes, un poco de nosotros y lo bien que nos sentíamos aquella noche, para cuanta plática pueden alcanzar un par de cuadras, fuimos y regresamos rápido, una bolsa de hielos, Malibú y jugos de piña, –Es tan delicioso el ron ese, pero tiene un poder sobre mi, y no se si es el extracto natural de coco o sus 18 grados de alcohol o que viene del caribe, o todo pinches junto, no lo sé lo único que sé es que tiene la gracia de regrésame a ese día así que sólo lo he bebido un par de veces más, prefiero no inundarme de melancolía– pagamos y enseguida lo estábamos disfrutando.

El tiempo se detuvo esa noche, fue algo místico, el tiempo no se detiene así tan a menudo nomás por nada, el final del semestre estaba muy cerca, y con el pues el final de nuestro paso por la universidad, ese grupo ya no estaría otra vez junto, al menos no de esa manera, sólo nosotros sólo los de siempre, creo que lo sabíamos y fue así que desde el fondo de dónde sea que alojen las emociones y el amor por los amigos que uno a uno soltó lo que sentía no quiero pensar en que aquello fue una despedida pero las palabras expresadas por cada uno nos hacían llorar al resto, y así en cada turno, confesiones, netas, halagos , bromas, recuerdos, de todo un poco, Griss fue más allá, dijo cosas que aún guardo muy bien, Mocre lo hizo breve pero muy emotivo, Mag muy directa, Saner concreto y con mucho sentimiento, nuestra anfitriona Mookiena a pesar de siempre mostrar una cierta barrera emocional dijo verdades al alma de cada uno, yo no se que rayos expresé. Yo los amo y los recuerdo con mucho cariño y hoy que me serví un delicioso trago de Malibú con jugo de piña y muchos hielos y con la incertidumbre de no saber que resultaría de este viaje a los viejos rincones de mi memoria después de dar del primer sorbo me di cuenta que los extraño y que los sigo queriendo tal vez un poco más.


Como siempre... en los mejores momentos no una hubo foto, esa se tomó con la memoria, esto es lo más parecido a lo que éramos en aquellos días.

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