sábado, 21 de enero de 2017

Cuando yo me muera, a los tres días se los lleva la chingada...

Despertaba y sabía que estaba en casa pidiendo café caliente, he conocido pocos que lo toman así, o más bien que lo pueden beber hirviendo como él, sus visitas eran casi de madrugada su voz ronca era algo que me encantaba escuchar, tenía buena platica y unas historias increíbles, un señor grande y fuerte, se imponía donde fuera, enojón y peleonero con mi abuela, discutían por todo pero se amaban como nadie. Era de su casa acostumbrado a no dormir fuera de ella, así como llegaba en poco rato se impacientaba y se iba sin tanto drama, su palabra favorita y mía también... la chingada, para todo y para todos sin discriminación. 

Tengo mil frases , tengo mil historias de él, pero hay una en especial que quiero contar, hace algunos años poco más de veinte, por alguna razón que no recuerdo con claridad mi madre y yo estábamos de camino a casa de mis abuelos, en el microbús que nos tocó abordar coincidimos con un tío político, lo recuerdo como un tipo abusivo, enfadoso, ventajoso en pocas palabras un personaje detestable, por más que mi madre lo quería evitar el la abordó con un saludo cordial y una plática tranquila, poco a poco las diferencias entre ambos se hicieron menos controlables, el tipo decía que toda la familia de mi mamá eran unos pendejos, eso me incluía a mi y no me hizo gracia pero lo que terminó por encender a mi Ceci, fue que el muy pocos huevos dijo que mi abuelo era un pendejo, y que se lo comía en un taco, tremendo pedazo de estiércol, él pretendía vender la casa de mi tía su pareja sentimental, con las ganancias comprarse un auto, unas chivas e irse a vivir con ella a no se que cerro para que las pastara mientras él se paseaba, ese fue el tema y la razón por la que aquella noche en medio de aquel incómodo microbús mi mamá a mentadas de madre le hacía ver que no permitiría esa chingadera...
Llegamos, después de un largo e incómodo trayecto, por fin llegamos, nos bajamos y el tipo nunca dejo de repetir que todos éramos unos pendejos y que se comía a mi abuelo y mis tíos en un taco. Hasta ese entonces nunca había visto a mi mamá tan alterada y tan enojada por algo o por alguien, y ese mismo coraje se lo hizo sentir a mi abuelo mientras le platicaba lo que había pasado, estaba tan encabronado que sacó una botella de tequila vertió en un vaso de veladora un pegue chingón y de un trago lo desapareció, tomó una varilla la enderezó y le pidió a un primo que lo acompañara... recuerdo que se perdieron en la oscuridad de la calle y antes de eso él sólo dijo "o vera ese hijo de la chingada" me hubiera gustado ver la cara del tío Adrián, pero no me lo permitió mi mamá, pero seguro estoy que lo único que se comió en el taco fue una ensalada de putazos.

Te fuiste cuando quisiste y en paz, ninguna enfermedad te derribó, fumaste desde que tenías once años y lo dejaste cuarenta después, ni cáncer ni enfisema, ni nada de eso, simplemente... ya estabas cansado.


Dónde quiera que estés, descansa en paz viejito hermoso... cuando veas a mi abuela, y después de besarla y echarte un round con ella dile que la amo y dale un beso.

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