Hace unos días, mi pequeña y yo salimos a dar una vuelta y a hacer unas compras en el supermercado. El tiempo se nos fue entre el tráfico, la poca prisa que teníamos y una que otra actividad que estaba fuera del plan original. Después de completar las compras y los encargos, la pequeña quiso comer ramen. De camino al restaurante, platicamos de muchas cosas y escuchamos muchas canciones: algunas las cantamos a todo pulmón, otras solo nos dejaron en silencio. Con alguna otra, le compartí que me recordaba a su mamá, cuando casi nos mandamos al diablo y por poco y no nace. Pero justo con una canción de Intocable comenzamos una plática muy peculiar. Le compartí mi sentir sobre un amor que me llegó al corazón, de esos amores que te marcan y, de alguna manera, se vuelven inolvidables, aunque uno no quiera. Lo más extraño y casual es que, al irle contando de aquella mujer, pasamos por donde sé que estaba su casa la última vez que supe de ella.
Yo siento que Valentina se interesó mucho en la historia que le iba a contar, además de que recordé que esa mujer le había dejado un recado que, al final, le diría. —No es mame, esa mujer le dejó un recado a mi hija el día que terminamos—. Le conté un poco de la historia. Le dije que la conocí en el transporte público y que, desde que la vi un lunes a las 6:50 de la mañana, me dejó marcado. Era la mujer más guapa que yo jamás había conocido, de verdad me gustaba bastante. Hice todo lo posible por darme a notar hasta que me decidí a hablarle y presentarme. Digamos que tuve suerte porque un día nos tocó ir juntitos en la parte de adelante de una combi que nos llevaba al mismo destino. Lo chido es que ella tomó muy bien mi acercamiento. Eso sí, me dijo que, claro, ya me había notado por esa mirada de loco que tengo y que llegó a pensar que me caía mal o algo así.
Todo pasó rápido, muy rápido de hecho. Ella estudiaba periodismo y comunicación, y yo diseño, en la misma facultad. Se llama Gaby y fue mi novia, la novia más guapa y hermosa que jamás había tenido.
Pero así como empezó, así mero se acabó: rápidito. Creo que fue tan intenso para mí porque siento que fue ese primer amor más formal, más consciente, por la etapa de mi vida en la que coincidimos. Se acabó enteramente por mi culpa, específicamente por mi nivel de intensidad, por querer correr antes de caminar. Obvio que en su momento no lo entendí, y fui aún más intenso al intentar arreglar lo que ni siquiera tenía claro cómo se había descompuesto. Era tan hermosa y tan guapa que solo quería presumirla por todos lados. Fuimos a un concierto, a pasear, a comer, al cine y muchas veces a comprar materiales para nuestras clases de foto. Pasamos horas platicando de lo que nos gustaba y de lo que no, sin tantas vueltas ni enredos. Ella era fan de un programa de TV que se llamaba Otro Rollo y por eso estudiaba periodismo, y también era fan de Intocable —por eso me acordé de ella cuando en el auto con Vale salió una canción de ese grupo—.
Experimentamos juntos un 14 de febrero y me vi llevándole un enorme globo, un peluche con un ramo de flores y chocolates, todo "súper original, obvio". Ella, creo, sí le puso atención a una plática que tuvimos una tarde, cuando, entre ensalivada y ensalivada, le conté que ojalá hubiera un capítulo donde por fin Silvestre se tragara al odioso de Piolín, o que Tom y el Coyote algún día lograran concretar sus planes. Entonces, Gaby me sorprendió con un cuadro de Silvestre sin Piolín, que además tenía una dedicatoria muy bonita en la parte de atrás, con su letra —todo me gustaba de esa mujer—. Además del cuadro, ese día de San Valentín me regaló una lata cuadrada de galletas, lata que, sin querer, aún conservo. El cuadro, al final, mi hermanita lo colgó en su cuarto y creo que aún lo tiene.
En fin, le conté el final a Vale: que justo por querer gritarle al mundo que tenía una novia muy bonita, se me ocurrió la brillante idea de invitarla a una fiesta familiar. Ella aceptó, pero solo sirvió para darse cuenta de que yo era más intenso que el café y más espeso que el pulque. Yo estaba tan feliz de que hubiera aceptado que, de camino a esa fiesta, le dije que la amaba, le hice saber lo feliz que me hacía, entre otras cosas igual de intensas y cursis.
Justo ahí, Valentina me interrumpió y me dijo: "Es que tú también, papá, te pasas. Team Gaby por siempre". O sea, hoy ya sé que sí me dejé ir como niño en avalancha hechiza y sin frenos por una bajadita llena de hoyos, pero lo más chingón de la interrupción fue que ella se sintió identificada con Gaby. Digamos que le estaba pasando lo mismo con un noviecillo muy espeso que no dejaba de decirle lo que sentía por mi bebé, que no dejaba de ser empalagoso y, además, pedía explicaciones de por qué Vale no le expresaba lo mismo, entre otras intensidades más. Con la experiencia y con lo que estaba escuchando, pues obvio, hoy yo también soy Team Gaby. Hoy la entiendo tanto.
Me gusta mucho hablar de estas cosas con mi hija, me encanta tener esas pláticas. Si bien sabía que tenía novio, también me ha contado de sus miedos, sus preferencias y sus inseguridades. Alguna vez leí que no era bueno que los chicos de secundaria tuvieran noviazgos por algunas razones que me parecen absurdas, porque pareciera que no hubiéramos sido esos mismos chicos de secundaria, con las hormonas como hervidero de hormigas. Siento que prohibir o amenazar solo corta la comunicación con los hijos adolescentes. Al final, tener una relación de novios con un chico de su edad le dará las experiencias necesarias para ir formando su corazón y sus sentimientos. Le dará recuerdos inolvidables, buenos y malos. Si la relación fuera con alguien mucho mayor, claro que sería una señal de alarma y tendría que buscar las herramientas para hacerle entender lo peligroso de un noviazgo así. Hoy hablamos de sexualidad abierta y directamente, y también del respeto y el cuidado de los sentimientos de los demás, pero principalmente del cuidado de sus sentimientos y su integridad. Más ahora que supe de su novio. Siempre termino diciéndole que la sexualidad humana no es como el Costco: aquí no se dan pruebas gratis de nada.
En fin, yo pude terminar mi historia mientras comíamos ramen, y días después Vale siguió el ejemplo de Gaby y dejó por la paz la relación con el muchachito intenso ese.
Por mucho tiempo yo creí que Gaby sería el amor de mi vida, muchos años lo sentí así y aún cuando tuve otras novias le guardé su lugar un buen rato. Creo que el concepto del amor de tu vida es real y cobra mucho sentido cuando te das cuenta que no es uno sino varios, y es porque al menos en mi caso no he sido el mismo en más de 42 años, además que hueva no haberlo hecho, no haber evolucionado y tener varias versiones de uno mismo a lo largo de los años, a veces reflexiono en como era, en lo que yo pensaba y como me conducía en otras temporadas de esta serie y si hay algunos capítulos en que el guionista si se la mamó, y si me da un chingo de incomodidad y vergüenza, entonces pienso que con suerte se tiene un amor de la vida casi para cada una de esas etapas. Y por obviedad, pues ya no son compatibles, en su momento es chingón que vas evolucionando a la par de tu pareja, no siempre pasa pero cuando sucede... Suceden cosas bien chulas. A veces solo son lecciones importantes, creo que las parejas con quiénes decides compartirte tienen o dominan ciertos factores que uno no, buenos y malos, por ejemplo yo no sé decir que no a casi nada, pero tengo mucha paciencia y soy muy desprendido, soy muy empático y un abogado del diablo muy eficiente. Trato de transmitir y enseñar eso. Entonces, gracias a los amores de mi vida noto que hoy he aprendido a decir que no con más facilidad y soy un poquito más reservado y un poquito egoísta y creo que ya me quiero más...
Te preguntarás, o no ¿Qué recado le dejó Gaby a Vale? O sea claro está que Gaby no podía saber que yo tendría una hija, porque ni yo lo sabía, pero justo cuando ella terminó nuestro noviazgo después de desaparecer un par de semanas sin saber absolutamente nada de ella, más que un correo electrónico a mi hotmail donde decía que pronto hablaríamos —Todo esto pasó antes de que el celular fuera tan accesible, antes de las redes sociales y en tiempos del teléfono fijo— Cuando por fin nos vimos, me regresó algunos discos y películas que le había prestado y me dijo sin rodeos el porque terminaba conmigo, algo así como que no estábamos en el mismo canal y que yo iba muy rápido y muy intensamente, aligeró el momento con algunas cualidades que le agradaban de mi y terminó diciéndome "Vas a ser un gran papá, cuídate mucho", me dejó un beso en la comisura de los labios y se fue... Vale solo dijo, "Esa Gaby, sabía cosas, obvio que eres el mejor papá" Aun hoy me sigo preguntando ¿Cómo por qué me dijo eso? ¿Cómo lo podía asegurar? ¿En qué se basó para tal sentencia? Nunca lo sabré, esa fue la ultima frase que le escuché y jamás volví a saber de ella, ni la busqué ni ella tampoco y estoy seguro que si la vuelvo a ver no nos reconoceríamos, bueno ella a mi sí, ella tiene una ventaja porque yo sigo teniendo el mismo modito de andar de toda la vida.
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