viernes, 7 de agosto de 2015

Pon atención en no chocar con la cabeza en el túnel

Chambeando en diferentes lado me he despedido tantas veces de tantas personas, pero nunca de tantas de personas en tan poco tiempo, unos se fueron por voluntad propia y otros por la ajena, es extraño, los que se van por voluntad propia tienen un status, un nivel, se les festeja la valentía de tomar decisiones de adulto, es un espejo en el que quisiéramos vernos, “bravo que te valla chingón, mucho éxito, la suerte es para los pendejos”, etc. -tantas cosas que he dicho y otras que he escuchado-. En contraparte, la banda que se queda sin chamba, a la que le ponen las zapatillas ¡madres! es como si les hubiera dado alguna enfermedad, se les ve con lástima, con reserva o miedo, se les evade, imagino que podría seguir yo, y con un “chale que mal pedo, pues... suerte que te valla chido” se libra la despedida y se quitan malas vibras. Es éste es otro espejo, pero en el cual no nos quisiéramos ver, - a menos que el cheque de finiquito este chingón, he visto varias caritas de felicidad y las he envidiado- para esta banda no hay comidita de despedida, no da tiempo ni ganas, es cómo un duelo supongo, debe estar muy cabrón llegar a casa y dar una noticia tan de la chingada, el pinche dinero no se va a estirar por más que quieras. En comparación, los valientes si tienen despedida rifada, a veces hasta permiso del jefe, para que el viernes después de comer no regresar a chambear y festejar chido y sin interrupciones al que se va, insisto tienen un status.
Esta semana se fueron amigos y compañeros, unos valientes y otros el destino los alcanzó, así que opté por no decir adiós ni ninguna frase trillada o incomoda, decidí que no me gustan las despedidas, ésta nueva costumbre no nació de la nada, recién leí libro llamado “El país de las sombras largas” -muy recomendable- trata de la vida esquimal y como el hombre blanco llega a perturbar la paz con sus ideas, exigiendo respeto por sus costumbres, pero sin respetar las ajenas. La lectura esta llena de detalles sobre las costumbres de estas personas que viven y temen poco, comen y aman mucho, entre tantos hay uno que me llamó mucho la atención y que me marco, ellos no se despiden, no tienen una palabra para tal acción, la vida es tan dura y el vivirla es una constate aventura que de repente y  de la nada no se vuelven a ver los que se veían siempre, ello sólo festejan las llegadas y encuentros, pero jamás las despedidas, pues las separaciones son tristes cuando la compañía es grata; a lo sumo podía decirse a quien abandonaba un iglú: "aporniakinatit", algo así como... "amigo, pon atención en no chocar la cabeza al salir del túnel"
Yo me limité a decirles: “al tiro” que en lenguaje godínez quiere decir “cuidado con las escaleras al salir, no te vallas a caer” o “no se te valla a abrir el "toper" con el caldo, ahora que regreses a chambear” 

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