viernes, 11 de agosto de 2023

Experiencias paranormales

¿Alguna vez te ha pasado algo extraño, inexplicable, tenebroso?
A mi... Poquito si, han sido varias pero tengo tres cuatro que ¡ay cabrón! en su momento erizaron hasta el último de los vellos...

Aquí van así como las recuerdo. Era una tarde noche de un domingo equis en el calendario, cocinaba algo especial y coqueto mientras mi vínculo emocional recogía el minidepa que recién habíamos alquilado, ese lugarcito tenía mucha onda, tanto por la zona como por los momentos que ahí viví, cabe mencionar que no era la primera vez que yo estaba en esa cocina preparando alimentos, pero justo ese domingo cuando quise tomar la botellita de vino para vaciar un poco a mi copita antes de rociar mi sartén, unas rodajas de champiñones salieron volando y las quise recuperar antes de que rebasaran los tres segundos reglamentarios en el piso... ¡Madres! de la nada, ahí en el piso había una huella de un pie bastante grande, perfectamente marcada con unos dedotes así como cacahuates en su vaina, obviamente que mía no era y de ella mucho menos, insisto, no era la primera vez que hubiera estado ahí, tampoco es que fuera la gran cocina, era un espacio muy pequeño casí estoy seguro que improvisado, un techo alto y el piso firme, antiguo pintado de rojo, ya lo había trapeaedo en otros domingos y esa madre no estaba ahí, fue impactante y sentí un escalofrío muy de la chingada recorrer todo mi ser, una energía muy negativa y un chingo de miedo, se dice y no pasa nada... Si salí por patitas de ahí; como cuando niño que corrías del baño a tu cuarto con las luces apagadas, con todo lo apretable bien apretadito y que por más rápido que fueras, tú sentías como el Tunche venía pegado a tu rabadilla... Mi vínculo emocional, mi apoyo y mi jardín zen, me acompañó de regreso al pinshi lugar ese —el hambre es cabrona— y aunque se hizo la muy fuerte, «y que no» «que cálmate» «que ahí siempre estuvo esa huella» «y que seguro no la vi» y una sarta de patrañas, yo sé que ella supo que nel... No había nada ahí antes...  

En otra ocasión la experiencia involucró a mi pequeña hijita bebé, tal vez tendría un par de meses y como siempre ha sido algo delicadita para eso de la alimentación resulta que la criatura tomaba una leche especial por un problema de reflujo, era una leche de jirafa, carísimo el polvito ese—Obviamente que todo eso es irrelevante para el relato pero quería contarlo, podría haber tomado leche NAN o de la CONASUPO, da igual— El punto es que todas las madrugadas yo preparaba esa lechita, era todo un ritual que exigía calentar agüita, pero no mucho, esterilizar con vapor la mamila en un recipiente especial para horno de microondas muy práctico por cierto, todo esto medio dormido aún, pues bien en esas estaba, tomé la mamila recién esterilizada, la puse en la mesa y le vertí el agua calientita, y justo cuando abrí la lata de leche de jirafa, la mamila se desplazó por la superficie de la mesa, y ahí estaba yo con la mano temblando tirando polvito de leche y la pinshi mamila poseída al otro extremo, sí sentí otra vez ese escalofrío y me hizo pelar los ojotes, si me dio miedito eh, pero regresé a mi la mamila y ni pedo, la domé y le dejé caer la leche y le puse una agitada y le recé para que su posesión demoniaca no le fuera a causar nada a la Valentina... Obviamente que esto tiene una explicación, la mamila estaba húmeda por dentro y por fuera, y al caer el agua caliente hizo que el aire que estaba atrapado en el hueco que quedaba debajo de la mamila se expandiera con el calor y levitara la chingada mamila, pero ¿quien piensa en eso cuando estás más dormido que despierto y la chamaca a punto de chillar de hambrita? 

Esa misma chamaquita cuando ya podía hablar me hizo pasar una buena, la cabroncita decía que veía a «Atonio» en el clóset de su cuarto, y a veces también decía que ese pinshi «Atonio» no se quitaba de donde ella estaba, yo no quería hacer mucho caso y la mamá también lo minimizó, pero era muy insistente con su «Atonio» y su «Atonio» para todo y cada vez era más frecuente, tratamos de averiguar de dónde madres venía, no teníamos un pariente o un amigo que se llamara Antonio, nada por el estilo, sus programas de TV eran Pepa Pig, los Bubble Guppies y Dora, nada de «Atonio» por ningún lado. No es mame, estuvimos a nada de hacer una misa en casa, o de llevar un cura para una bendición, hasta que un día resultó que el pinshi «Atonio» si era de una película, era el chamaquito que corteja a las hijas de Gru en mi villano favorito. Respiré y mi alma descansó y la de su mamá también cuando entendimos que a Vale, Antonio Pérez le llamó la atención tanto como a Agnes y sus hermanas... 

Y esta es... La más, más, más de la chingada, estoy seguro que todos, directa o indirectamente hemos sabido de algo así, fue una noche, cerquita de las doce, yo estaba viendo unos videos en la recamara y mi vinculo emocional estaba trabajando en la computadora, rentábamos un depa en un segundo nivel que daba a la calle, así pasaban los minutos y de repente escuchamos un lamento horrible, algo que nunca había escuchado en mi vida, imposible de ignorar, a ambos nos hizo sentir ñañaras de las chidas, todos los vellos del cuerpo erizados, nerviosos y sorprendidos, el lamento primero se escuchó muy a lo lejos y en un segundo estaba junto a la ventana y al segundo siguiente se volvió a alejar, se escuchaba de verdad muy horrible, mi vínculo emocional desconectó la compu a la brava y corrió hacía mi para meternos en las cobijas como si nos fuera a librar del Tunche... Tratamos de estar tranquilos y estando empiernados pos nos amaneció, ya más relajados y pensando que tal vez hubiera sido una alucinación auditiva colectiva, producto de las quesadillas con epazote de la cena, resultó que al primero que vimos esa mañana fue a mi hermano y lo primero que nos dijo fue ¿Escucharon a la llorona anoche? nos contó que él venía en la calle y que cuando escuchó lo mismo que nosotros, sintió como su trasero lo abandonaba. ¡Madres, no fueron las pinshis quesadillas¡ Hasta hoy lo sigo rememorando y vaya que ha sido la experiencia más pinche horrible que me ha tocado escuchar...



 

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